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Los autores de este estudio se concentraron en un grupo de 1.932 individuos. Entre ellos, compararon a parejas de amigos que no tienen vínculos de parentesco, con parejas de personas que se desconocen entre sí. Los individuos que pertenecían a un mismo círculo social compartían casi 1% de genes similares, es decir, mucho más de lo que comparten las personas que no tienen vínculos amistosos.