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Antonieta Rojas de Arias, presidenta de la Sociedad Científica del Paraguay, lleva más de 15 años trabajando en el desarrollo de una caja que sea capaz de detectar con anticipación la presencia de la vinchuca, también conocida como “chichã”, vector del mal de Chagas, en viviendas de zonas rurales.
Un proyecto conjunto con la Comunidad Económica Europea en una primera fase tenía como objetivo la detección de cuales eran las feromonas sexuales que presentaba la vinchuca. Las feromonas son sustancias químicas secretadas por los seres vivos con el fin de provocar comportamientos específicos en otros individuos de la misma especie.
Aquel estudio logró detectar 14 diferentes feromonas y 4 de ellas fueron seleccionadas para continuar el proyecto en la Argentina tras la obtención de financiamiento de la Organización Panamericana de la Salud.
La caja atractante
Aquellas cuatro variedades de feromonas, identificadas y aisladas, fueron colocadas dentro de una caja que estaba diseñada para atrapar al insecto que llegara a ingresar a ella.
El sistema en sí funcionaba, pero rápidamente notaron que el calor favorecía la volatilidad de las feromonas en la caja, y al cabo de un mes ya no tenía el efecto necesario, además la revisión manual caja por caja hacía muy lento y complicado el control, y aunque los resultados eran satisfactorios, las dificultades que presentaba la manera de llevarlo a cabo eran mayores.
Charla en la Politécnica
Invitada por el doctor Christian Schaerer, Antonieta Rojas de Arias expuso ante los alumnos de la Facultad Politécnica de la UNA los problemas con los que un investigador científico puede encontrarse en los laboratorios y aprovechó para presentar dos situaciones: la rápida liberación de las feromonas dentro de las cajas y las distancias a ser recorridas para revisarlas una por una.
La tesis de Silvia Aquino, del área de Biomateriales de la Facultad Politécnica, resolvió el problema del tiempo de liberación al condensar individualmente las feromonas en una pastilla que aumentaba hasta 5 meses el tiempo de duración dentro de la caja.
Un “rayo” de luz
Detectar la entrada de la vinchuca a la caja fue una tarea encargada a los ingenieros electrónicos.
Con ayuda de la Conacyt, el ingeniero Federico Gaona, en una primera etapa, ideó la manera de colocar un sensor con un haz de luz que permita detectar el ingreso del insecto a la caja y enviar una alarma a un dispositivo que transmite a un servidor el mensaje. La vinchuca queda atrapada definitivamente dentro de la caja que previamente fue georreferenciada para conocer su ubicación exacta.
De esa manera, la creatividad e innovación permitió resolver estos dos inconvenientes que se presentaban en el proyecto.
¿Quien es quien?
El siguiente paso de este proyecto consistirá en equipar a la caja con una microcámara que permita visualizar si lo que quedó atrapado en el interior es realmente una vinchuca, pues se han dado casos en que grillos o cucarachas han quedado atrapados en su interior, quizás de manera casual, y como el sensor está preparado para detectar movimientos de cualquier objeto extraño que acceda, no llega a discriminar el tipo de visitante u objeto que lo activa.
La microcámara tendrá la misión de fotografiar cada vez que el sensor se active, recibiendo el centro de control también una imagen al mismo tiempo que reciba la alarma por el movimiento.
El proyecto contempla la utilización de paneles solares, con lo que se aseguraría la autonomía energética de todo el sistema.