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Huesos y pelos, hoy conservados en museos y colecciones privadas, pertenecerían en realidad a ejemplares de oso negro asiático, oso marrón tibetano y otro marrón del Himalaya, y podrían incluso contribuir a salvar estas especies en riesgo ayudando a reconstruir su evolución genética. Lo sostiene un estudio de un grupo internacional de investigación coordinado por la bióloga Charlotte Lindqvist, de la Universidad de Buffalo en Estados Unidos.