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Si el sabor de la misma gaseosa te parece diferente dependiendo de si está enlatada o embotellada, y, de estar embotellada, si lo está en botella de vidrio o de plástico, es porque una vez envasada sufre cambios que pueden explicar tus preferencias personales.
Estos cambios se deben a que el líquido reacciona con los polímeros del envase. Los polímeros, moléculas que se encuentran en el interior de los envases, aportan ciertas propiedades a tu gaseosa que pueden traducirse en las diferencias de sabor que percibes. A menos que suelas tener alucinaciones gustativas, claro; pero eso haría del tuyo un caso aparte.
En las latas de aluminio, estas líneas de polímeros pueden absorber parte de los saborizantes solubles de la bebida. Aunque las empresas de envasados y de fabricación de bebidas y alimentos intentan reducir las posibilidades de interacción química entre recipientes y contenidos, tales interacciones siempre se pueden dar.
En las botellas plásticas es el polímero acetaldehído el que se puede transferir parcialmente a la bebida y así alterar su sabor. A pesar de que las empresas mencionadas procuran controlar el efecto de los materiales sobre las comidas y bebidas producidas y envasadas industrialmente, hay partículas que pueden pasar de dichos materiales a sus contenidos.
Finalmente, si eres de los que sostienen que en botella de vidrio todo sabe mejor, no estás imaginando cosas: el vidrio es la sustancia más inerte entre todas las que se utilizan habitualmente en los envases y, por ende, es la que probablemente altera menos el sabor original del contenido. Lo siguen las latas. Las botellas plásticas son las que más lo alteran.
Sumados a esto, la exposición a la luz y el tiempo que permanece en las tiendas el producto pueden afectar aún más el sabor. Así que ya lo sabes: la próxima vez que alguien te diga que es solo tu imaginación, responde que la química te apoya. No es lo mismo. (J. S.)