La calculadora de los Mayas

Por medio de las matemáticas, la física y la astronomía, los antiguos Mayas desarrollaron extensos y sofisticados mecanismos de medición del tiempo para fundamentar su cosmovisión, el cultivo del maíz o la creación del universo, el mundo y la humanidad.

/pf/resources/images/abc-placeholder.png?d=2074

Cargando...

Uno de ellos es el A’bak’, un “computador de cálculo”. Así lo cuenta José Ortega, autor del libro “A’bak’ la computadora de jade maya: La tecnología mesoamericana prehispánica al día”. 

La obra, recientemente presentada, busca reconstruir y entender la complejidad de las matemáticas del antiguo mundo maya. 

Originalmente, en la década de 1960, el ingeniero mexicano Daniel Esparza descubrió en las tierras altas de Puebla una matriz posicional donde “los objetos adquieren valor según la posición en la que se sustentan” , como sucede con el lenguaje binario.

Aztecas y Mayas

Esta tabla de elementos, llamada nepohualtzintzin calculadora de bolsillo) , la tenían mexicanos antiguos –aztecas–, mientras que los mayas tenían el A’bak, descubierto por el guatemalteco Domingo Yojcom, que lo llama ábaco. Ambos instrumentos se parecen: el primero es horizontal, el segundo vertical, y los dos tienen las mismas cuentas: 91.

En esta disyuntiva siempre existió la arcaica discusión de cuál era el inicial, pero con el descubrimiento de Ortega se establece que el “original es de los Mayas”. El A’bak’ demuestra cómo los Mayas ya tenían matrices posicionales, que se asemejan en su complejidad matemática a las supercomputadoras modernas hechas de silicio. 

Sean del material que sean, las de los Mayas eran como ábacos, son capaces de calcular cosas tan complicadas como “el despertar del sol” o la gestación de una mujer y otras operaciones casi infinitas con las que calculaban, por ejemplo, la distancia con el cinturón de Orión. 

Todo cabe en un A’bak’ sabiéndolo acomodar y eso lo supieron hacer los Mayas con una admirable exactitud tal y como ahora funciona la computadora”, asegura Ortega. 

“Es mejor conservarlo debajo de una almohada. No sea que una eventual conflagración mundial envíe a la humanidad a la época de las cavernas y nos deje sin computadoras y celulares”, concluye.

Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...