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Los estudiantes crearon un total de 18 diferentes diseños de juegos como parte de sus estudios y todos fueron revisados minuciosamente durante el semestre para que la terminología asociada al mal de Chagas y utilizada en los mismos fuera la correcta.
Luego estos juegos fueron expuestos ante un jurado compuesto por miembros de la Organización Panamericana de la Salud, de la Fundación Moisés Bertoni, profesores de la facultad de Diseño Gráfico de la Universidad Americana y responsables del Programa contra el Mal de Chagas en Paraguay.
Los juegos seleccionados fueron llevados al Chaco donde los niños lo pusieron a prueba y a medida que eran utilizados, se fueron ajustando a las necesidades y corrigiéndose algunos errores como el tamaño de las letras, colores, entre otros defectos.
Luego de pasado el tiempo de prueba y corrección, se obtuvo el financiamiento de la Organización Panamericana de la Salud para reproducir en cantidad estos juegos y el Programa Nacional de Chagas se encarga de la distribución de los materiales.
Uno de los juegos, por ejemplo, reproducía la presencia de heces de insectos y los niños tenían que marcar cuáles eran de vinchuca y cuáles no. Entre el 90% a 95% de los niños no se equivocaron tras jugar varias veces, con lo que los encargados del programa notaban la efectividad de estos juegos cuando los niños se encontraban en una situación real.