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La primera biografía gráfica de Richard Feynman viaja desde la infancia suburbana del físico teórico hasta las frases postreras de su vida, pasando por el Proyecto Manhattan y el esclarecimiento de la tragedia del Challenger, sin olvidar la pasión por el bongó. Lo vemos de niño, preguntándole por qué una pelota sigue rodando a su padre, que le responde que según los científicos es por inercia, aunque inercia solo es una palabra que nadie sabe qué significa. Tal vez notar la diferencia entre saber cómo se llama algo y saber qué es despertó en el hijo de aquel simpático vendedor la pasión por entenderlo todo.
En otra parte del cómic, a Wigner, su admirador, se le ocurre organizarle un seminario en Princeton e invitar a Von Neumann, Pauli, Russell y Einstein. Feynman está aterrado. El día señalado para comenzar, Einstein, que es de los primeros en llegar, lo saluda:
–¡Hola! ¿Es usted Feynman? Vengo por su seminario. Pero primero, ¿dónde está el té?
–Está por ahí –le indica Feynman, más muerto que vivo, apuntando hacia el té con el índice.
«Al menos respondí bien a la primera pregunta de Einstein», piensa, verde de los nervios, mientras lo observa ir a buscar su té.
En casi trescientas páginas a todo color, Feynman da clases, se casa tres veces, gana el Nóbel... Una historia, la de Feynman, a la que, como es sabido, no le falta absolutamente nada para atrapar al lector.
Hijo de proletarios, Feynman creció en Far Rockaway, en el populoso distrito de Queens. Su primera esposa, y novia de la secundaria, Arline, murió de tuberculosis unos meses antes de que estuviera disponible la estreptomicina, que la hubiera salvado. El guion de Ottaviani se basa en gran parte en escritos del propio Feyman, y los dibujos de Myrick, en fotografías. No faltan los hallazgos en electrodinámica cuántica, ni los diagramas (de Feynman) que representan visualmente las interacciones entre partículas.
En una escena misteriosa y alegórica, Feynman –que perdió la batalla contra el cáncer hace treinta años– recorre el campo con su amigo Danny Hillis, que le dice: «Estoy triste porque vas a morir». Él le responde: «Sí, eso también me fastidia a mí a veces. Aunque no tanto. Mira, cuando eres tan viejo como yo, te das cuenta de que ya le has dicho todo lo que sabes a los demás». Pero enseguida exclama: «¡Apuesto a que te puedo enseñar un camino mejor para volver a casa!».
Y Hillis se queda solo en medio del bosque.
Jim Ottaviani es uno de los autores de divulgación científica en cómic más conocidos hoy. Ha trabajado como ingeniero nuclear, pero ahora crea novelas gráficas y es bibliotecario en Ann Arbor, Michigan.
Leland Myrick es ilustrador, nació en Missuri y vive en Pasadena. Fue nominado al premio Ignatz de Jóvenes Talentos por The Sweet Collection. Ha ganado el Xeric Grant por Bright Elegy.
Jim Ottaviani / Leland Myrick
Feynman
Nueva York, First Second Books, 2011
272 pp.
juliansorel20@gmail.com