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El que se destacó en este aspecto fue el sacerdote jesuita y astrónomo Buenaventura Suárez, que nació en Santa Fe en 1679, realizó su trabajo pastoral y científico en San Cosme y Damián, y falleció en Uruguay, en 1750. Suárez es recordado principalmente por su obra “Lunario de un siglo”, un libro que le llevó varios años de meticulosas y pacientes observaciones astronómicas.
“Lunario” contiene los aspectos principales del Sol y la Luna, las conjunciones, oposiciones y cuartos de la Luna con nuestra estrella. Como vivía en una compañía alejada, tuvo que fabricar sus propios instrumentos astronómicos, a partir de rocas del propio río Paraná.
La obra fue acogida por diversos científicos del mundo, que admiraban el trabajo minucioso del astrónomo jesuita, a pesar de las grandes limitaciones y obstáculos con que contaba en la antigua Provincia del Paraguay.
Algo interesante es que, según el Almanaque Astronómica del Club de Astrofísica del Paraguay, la historia oficial de Estados Unidos afirma que una carta de Benjamin Franklin a Peter Collison sobre experimentos con cometas eléctricos, datada en 1752 y publicada en la Philosophical Transactions de la Royal Society of London, es la primera publicación científica del nuevo continente.
Empero, en la misma publicación, Philosophical Transactions, Suárez ya había publicado escritos astronómicos entre 1748 y 1749.
En Asunción, una calle lleva su nombre, además del Planetario de la ciudad, mientras que la Unión Astronómica Internacional lo recordó nombrando “Suárez” al asteroide 6438.
En San Cosme y Damián, departamento de Itapúa, el Centro Astronómico, que alberga un observatorio y un planetario, también lo homenajea.