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La película dirigida por Bryan Singer y Dexter Fletcher (quien no está acreditado como tal) tiene todas las características de una biopic rockera, de homenaje, no la que cuenta las cosas tal cual ocurrieron. Esta es una producción hecha a medida de Brian May y Roger Taylor, guitarrista y baterista que siguen administrando el nombre de Queen (el bajista John Deacon se dejó de la música en 1997) . ¿Es por eso una película mala? No. Es una película para quienes aman el rock y el pop, y principalmente la música de Queen. Eso sí, podría haber sido mejor.
Particularmente, después de leer las críticas, fui a verla con expectativas bajas y me encontré con un filme agradable de ver, a pesar de ser superficial al encarar el tema del sida, y varias licencias sobre lo que realmente sucedió y que no tienen sentido que hayan cambiado, como el concierto en Río de Janeiro, que tuvo lugar en enero de 1985, en Rock In Rio, y no en los años setenta como aparece en la película. Tampoco el grupo estaba pasando por un mal momento cuando Mercury decide grabar su disco solista. Al contrario, estaban promocionando “The Works”, uno de sus discos más exitosos.
Me hubiese gustado ver a Sacha Baron Cohen como Mercury, quien fue el primer actor elegido para encarnar al cantante, a comienzos de esta década, y quedé decepcionado con la designación de Rami Malek, porque no lo veía como Mercury. Pero el actor hace un encomiable labor en convertirse en Freddie que vale la pena ver. Los demás actores son muy parecidos a los miembros del grupo, principalmente Joseph Mazello a Deacon y Gwylim Lee a May.
Pero lo principal del filme es la música. Cumple con su cometido de reavivar la llama sobre la estupenda música del cuarteto, principalmente en la recreación del show del Live Aid. Allí está la fuerza del filme. sferreira@abc.com.py