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La agrupación sinfónica abrió el concierto con la interpretación de las Cinco piezas para orquesta Op. 10, de Anton Webern, en calidad de primera audición. Esta es una sugerente, cautivante y breve pero intensa obra, que conjuga con inteligencia distintas sonoridades de los instrumentos. La orquesta revisó estas diferentes texturas sonoras otorgándoles brío.
Seguidamente llegó el turno de presentar el Concierto para flauta y orquesta en Re Mayor, Op. 283, de Carl Reinecke. Aquí se tuvo la participación del flautista francés Matthieu Gauci-Ancelin, como solista invitado. A esta obra, el instrumentista agregó la gracia y la elegancia con la que tocaba, actitud que la intención de la obra exigía. No era de movimientos exagerados, más bien sereno pero no por eso menos expresivo. El invitado sacó brillo al sonido de su flauta, gracias a un estupendo y delicado virtuosismo, apoyado en una reluciente participación de la OSCA.
Matthieu fue muy aplaudido, por lo que al finalizar la interpretación de la obra de Reinecke, entregó fuera de programa la obra “Syrinx”, de C. Debussy, donde el público volvió a disfrutar de su sonido limpio y claro.
El concierto finalizó con “El Burgués Gentilhombre”, de Richard Strauss. La orquesta mantuvo todo el tiempo una grata intensidad, además se vio sumamente compenetrada con la obra, así como el director. Dieron una interpretación comprometida con el tema que mezcla diversión, jocosidad, irreverencia, picardía, en las diferentes melodías que atraviesa en sus partes.