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El libro incluye ocho cuentos de Bernardo Neri Farina.
Farina es conocido por sus investigaciones sobre el stronismo, cuya primera consecuencia fue el libro “El último Supremo: la crónica de Alfredo Stroessner” (2003, varias ediciones), y con tantos materiales que pudo recopilar decidió armar un libro de ficción, eligiendo el género del cuento para contar hechos de la más diversa índole que ocurrían durante la era stronista”.
“Para mí, la ficción sigue siendo la mejor forma de contar la realidad”, sostiene Farina. Señala que el stronismo debe ser aún fuente de muchas creaciones literarias que irán apareciendo con el tiempo. En ese pensamiento se inscribe “Los pecadores del Vaticano” en el que “se comprueba una vez más aquello tan recurrente de que la ficción muchas veces se asombra de la realidad”, expresa.
Farina es un periodista que luego de ejercer el oficio activamente se dedicó a escribir libros en diversos géneros: ensayos históricos, narrativa, biografías, y a dirigir ediciones de colecciones bibliográficas.
Nacido en Asunción en 1951, Bernardo Neri Farina en 2014 ganó el Premio de Novela Inédita Lidia Guanes con “Fuego Pálido”. En 2012 obtuvo Mención de Honor en el Premio Municipal de Literatura con su novela “El siglo perdido”.
Según expresa Francisco Pérez-Maricevich en el prólogo de “Los pecadores del Vaticano”, Bernardo Neri Farina es uno de esos periodistas “que, una vez las circunstancias le fueron favorables, liberó al narrador que llevaba escondido. Como el personaje de Cortázar fue sacando sus conejitos y en esta tarea ha mostrado cualidades evidentemente buenas para la creación narrativa”.
Puntualiza además Pérez-Maricevich que “muy bien escritos, los cuentos que componen este libro son una contribución valiosa a la narrativa paraguaya. En muchos casos son excelentes ejemplos de la manera como la experiencia histórica colectiva puede integrarse con provecho a la textura imaginativa”.
“La prosa clara, ágil, rápida de Farina muestra aquí sus poderes capaces de evocar con vigor escenarios, sucesos, perfiles, atmósfera moral, obsecuencias y corruptelas propios de ese mundo cerrado sobre sí mismo, autista y excluyente”.