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A grandes rasgos podemos contar que Javier Bardem es un poeta que vive con una joven mujer (Jennifer Lawrence), en una hermosa casa en el medio del campo. Una noche, reciben la visita de un médico (Ed Harris), a quien el poeta no conoce, pero con quien se engancha muy pronto y lo recibe como si fuera un gran amigo. La joven esposa no queda cómoda con la visita, y mucho menos aún cuando al día siguiente llega la esposa del doctor (Michelle Pfeiffer), con todas las intenciones de quedarse. Muy pronto, la casa recibirá muchas más visitas y la situación se volverá realmente insoportable.
Y hasta aquí llegamos. Aronofsky desarrolla un relato muy ágil, enfocándose principalmente en el personaje de Lawrence. A los pocos segundos de iniciarse el filme, la vemos despertarse en una mañana. Ella se levanta y busca a su marido por toda la casa. La vemos inquieta y preocupada. Desde ese momento, el director norteamericano consigue contagiarnos de los sentimientos de la joven. Una fotografía al natural, poco iluminada le da la historia un tono intimista, pero también algo aterrador. La casa donde viven es también un personaje más de esta historia, una casa que palpita y que parece experimentar los mismos temores que su dueña.
Darren Aronofsky, cuya filmografía incluye películas como “El cisne negro” y “Réquiem por un sueño” logra combinar una historia de suspenso con una reflexión sobre el ejercicio de crear. Esa podría ser una interpretación, pero lo interesante es que cada uno haga la suya.