Un tío bajito, de nariz prominente

En el año del centenario de su nacimiento, el escritor Augusto Roa Bastos fue el protagonista del acto principal por el día de Paraguay en la 43.ª Feria Internacional del Libro de Buenos Aires.

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Amigos y familiares lo recordaron como un hombre pasional, un amigo solidario, un alumno aplicado, y que siempre tuvo presente al Paraguay.

“Vida y obra de Augusto Roa Bastos” se denominó el panel, que en la noche del domingo, reunió en el salón José Hernández al Ministro de la Secretaría Nacional de Cultura, Fernando Griffith; a la directora del Centro Cultural de la República Cabildo, Margarita Morselli; al escritor Ramiro Domínguez; a Ezequiel Martínez, de la Fundación Tomás Eloy Martínez; a Elvira González de Fraga, de la Fundación Ernesto Sábato; y a Antonio Carmona y Mirta Roa de la Fundación Roa Bastos.

En la ocasión se presentó la edición especial de “Yo El Supremo”, una de las principales obras del ganador del premio Cervantes. Cuenta con un análisis y pautas de lectura del escritor Ramiro Domínguez. El mismo recordó que todos los escritores paraguayos han luchado con el problema del “supuesto bilingüismo, que son dos universos que se contraponen y frecuentemente se contradicen”, detalló.

En este sentido, recordó que Roa también luchó con este problema desde sus primeros escritos señalando que en “El trueno entre las hojas” frecuentemente está queriendo explicar al lector extranjero las características del lenguaje utilizado. Domínguez subrayó que en el guaraní se manejan metáforas, por lo que gradualmente Roa va trabajando con los universos que le plantean una lengua universal como el castellano y otra de tradición oral como el guaraní.

“En ‘Yo El Supremo’ llega a lograr que las metáforas del guaraní pasen a elaboración de neologismos en el castellano, que asombra inclusive en España”, explicó Domínguez.

En una emotiva intervención, Elvira González de Fraga recordó a Roa Bastos como un amigo que, a pesar de estar lejos de su tierra, no rompió nunca el vínculo con ella. “Su obra es un diálogo con la ausencia (...) La ausencia no significó cenizas, significó amor”, subrayó la última compañera del escritor Ernesto Sábato.

Ezequiel Martínez, hijo del escritor Tomás Eloy Martínez, reconstruyó la amistad que mantuvieron Roa Bastos y su padre a través de las cartas que intercambiaron por más de treinta años. “Yo lo recuerdo como un tío, bajito, de nariz prominente que venía a casa, mi papá lo traía todos los días. La última vez que lo vi fue cuando presentó “Vigilia del Almirante, en el Centro Cultural Recoleta, pero ya era una estrella de rock, ya había ganado el Cervantes y las señoras recién salidas de la peluquería se le abalanzaban. Desde lejos pude darle un abrazo y recordarle que era ese pequeñín que había conocido muchos años antes”, expresó.

Igualmente rememoró cuando su padre estaba pasando por un difícil momento económico y Roa Bastos lo introdujo a la labor de guionista cinematográfico.

Mirta Roa destacó la emotividad del encuentro, al tiempo de recordar a través de las palabras de su padre algunos aspectos de su carácter.

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