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Si el público desea saber en qué se fundaba la excelente educación que hubo en nuestro país en épocas pasadas, es menester que lea el libro que se publica hoy con el ejemplar de ABC Color, "Historia Cultural del Paraguay 1ra. Parte", escrito por Bartomeu Meliá y Sergio Cáceres Mercado.
Esta obra fundamental forma parte de la Colección La Gran Historia del Paraguay, editada semanalmente por El Lector.
La excelencia educativa comienza con grandes maestros, muchos de ellos egresados del legendario Colegio Nacional y a la aparición de textos escritos por autores compatriotas que priorizaban la educación desde una visión paraguaya.
Les presentamos aquí un extracto del libro, que se adquiere hoy con el diario, a un precio conjunto de 20 mil guaraníes.
Antes de la Guerra del Chaco (1932-1935), el Paraguay se encontraba entre los países con mejor performance en cuanto a instrucción primaria. La Ley de Educación Obligatoria de 1909 había dado sus frutos. La misma estipulaba que el Estado y los particulares estaban obligados a proporcionar instrucción primaria a los niños en edad escolar. Los padres que no cumplían con esta ley eran pasibles de sanción.
Varias figuras de la docencia y la pedagogía lideraron este proceso, algunos como representantes egresados de la Escuela Normal de Asunción. Entre las maestras podemos citar a María Felicidad González, Serafina Dávalos y Concepción Leyes de Chaves. De los maestros mencionamos a Delfín Chamorro, Juan José Soler, Juan Ramón Dahlquist y Ramón Indalecio Cardozo.
Los niños por primera vez aprenden sus lecciones a partir de textos elaborados por maestros paraguayos, tales como Manuel Chaves, Héctor Barrios, Marcelino Machuca y Manuel Riquelme, entre otros.
En 1924 se dispuso una reforma educativa que tenía como ideólogo a Ramón Indalecio Cardozo, que luego escribió tres volúmenes de Pedagogía de la Escuela Activa. Esta reforma apuntaba a una enseñanza más práctica, que enfatizaba las labores manuales, pero sin descuidar los valores como la libertad.
Se quería superar el sistema pedagógico vigente hasta ese momento, que tendía a una pura erudición desvinculada de la vida práctica.
El Colegio Nacional de la Capital había formado a grandes intelectuales paraguayos. Por sus aulas pasaron Juan E. OLeary, Benjamín Aceval, Manuel Domínguez y Arsenio López Decoud, entre varios más.
La secundaria también es reformada, pero en 1924. Por iniciativa de Manuel Franco, se había buscado darle un mayor nivel cultural al egresado en vista de que muy pocos de ellos proseguían hacia la universidad.
Luego de otras tentativas, se esperó hasta 1931 en que se introduce un nuevo cambio de la mano del ministro Justo Pastor Benítez. Los cursos pasan a durar cinco y no seis, pero con un año de preparatorio dividido en humanidades y ciencias.
La figura del científico Moisés Bertoni tiene también su protagonismo en la educación paraguaya. En 1896 fundó la Escuela de Agricultura, que tuvo como sede parte del actual Jardín Botánico. Los alumnos provenían del interior del país y eran becados en su mayoría. Uno de los egresados fue José Félix Estigarribia, futuro conductor militar en la Guerra del Chaco.
La Escuela de Agricultura dará paso a la Escuela Agropecuaria en 1925, que fue dirigida por Anastasio Fernández. Además de la sede asuncena del Jardín Botánico, se fundarán escuelas similares en el interior. Una de ellas será la fundada por los salesianos en Ypacaraí.
Cuando se fundó en 1889, la Universidad Nacional de Asunción empezó con dos facultades: Derecho y Medicina. La de Matemáticas no se pudo abrir a pesar de los esfuerzos realizados.
Medicina reabrió sus puertas en 1919, luego de diez años en que no había conseguido alumnos. Los profesores extranjeros contratados crearon laboratorios como los de Fisiología y Física Biológica, y el Hospital Central pasa a ser administrado por la facultad con fines investigativos y docentes.
Dependían de esta casa de estudios la Escuela de Farmacia y la Escuela de Obstetricia. A la primera de estas escuelas, en 1928 se le agregará la Escuela de Química como escalón siguiente; ambas conformarán la Facultad de Química y Farmacia.
En 1926 comenzó formalmente a funcionar la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas, a pesar de que cinco años atrás ya se habían dado algunas clases, pero que pronto se terminaron.
Caracterizaron a esta facultad sus grandes maestros venidos de Rusia, entre los que podemos citar a Sergio Sispanov, Sergio Conradi, Nicolás Krivosheim y Nicolás Snarsky.
La reforma que estalló en Córdoba en 1918 se efectivizará en nuestra universidad recién en 1929, con el otorgamiento de una personería jurídica que le permitió ser autónoma de los poderes políticos. Desde ese año se estipuló que sus fines serían la investigación, la docencia y la extensión.
Esta obra fundamental forma parte de la Colección La Gran Historia del Paraguay, editada semanalmente por El Lector.
La excelencia educativa comienza con grandes maestros, muchos de ellos egresados del legendario Colegio Nacional y a la aparición de textos escritos por autores compatriotas que priorizaban la educación desde una visión paraguaya.
Les presentamos aquí un extracto del libro, que se adquiere hoy con el diario, a un precio conjunto de 20 mil guaraníes.
Antes de la Guerra del Chaco (1932-1935), el Paraguay se encontraba entre los países con mejor performance en cuanto a instrucción primaria. La Ley de Educación Obligatoria de 1909 había dado sus frutos. La misma estipulaba que el Estado y los particulares estaban obligados a proporcionar instrucción primaria a los niños en edad escolar. Los padres que no cumplían con esta ley eran pasibles de sanción.
Varias figuras de la docencia y la pedagogía lideraron este proceso, algunos como representantes egresados de la Escuela Normal de Asunción. Entre las maestras podemos citar a María Felicidad González, Serafina Dávalos y Concepción Leyes de Chaves. De los maestros mencionamos a Delfín Chamorro, Juan José Soler, Juan Ramón Dahlquist y Ramón Indalecio Cardozo.
Los niños por primera vez aprenden sus lecciones a partir de textos elaborados por maestros paraguayos, tales como Manuel Chaves, Héctor Barrios, Marcelino Machuca y Manuel Riquelme, entre otros.
En 1924 se dispuso una reforma educativa que tenía como ideólogo a Ramón Indalecio Cardozo, que luego escribió tres volúmenes de Pedagogía de la Escuela Activa. Esta reforma apuntaba a una enseñanza más práctica, que enfatizaba las labores manuales, pero sin descuidar los valores como la libertad.
Se quería superar el sistema pedagógico vigente hasta ese momento, que tendía a una pura erudición desvinculada de la vida práctica.
El Colegio Nacional de la Capital había formado a grandes intelectuales paraguayos. Por sus aulas pasaron Juan E. OLeary, Benjamín Aceval, Manuel Domínguez y Arsenio López Decoud, entre varios más.
La secundaria también es reformada, pero en 1924. Por iniciativa de Manuel Franco, se había buscado darle un mayor nivel cultural al egresado en vista de que muy pocos de ellos proseguían hacia la universidad.
Luego de otras tentativas, se esperó hasta 1931 en que se introduce un nuevo cambio de la mano del ministro Justo Pastor Benítez. Los cursos pasan a durar cinco y no seis, pero con un año de preparatorio dividido en humanidades y ciencias.
La figura del científico Moisés Bertoni tiene también su protagonismo en la educación paraguaya. En 1896 fundó la Escuela de Agricultura, que tuvo como sede parte del actual Jardín Botánico. Los alumnos provenían del interior del país y eran becados en su mayoría. Uno de los egresados fue José Félix Estigarribia, futuro conductor militar en la Guerra del Chaco.
La Escuela de Agricultura dará paso a la Escuela Agropecuaria en 1925, que fue dirigida por Anastasio Fernández. Además de la sede asuncena del Jardín Botánico, se fundarán escuelas similares en el interior. Una de ellas será la fundada por los salesianos en Ypacaraí.
Cuando se fundó en 1889, la Universidad Nacional de Asunción empezó con dos facultades: Derecho y Medicina. La de Matemáticas no se pudo abrir a pesar de los esfuerzos realizados.
Medicina reabrió sus puertas en 1919, luego de diez años en que no había conseguido alumnos. Los profesores extranjeros contratados crearon laboratorios como los de Fisiología y Física Biológica, y el Hospital Central pasa a ser administrado por la facultad con fines investigativos y docentes.
Dependían de esta casa de estudios la Escuela de Farmacia y la Escuela de Obstetricia. A la primera de estas escuelas, en 1928 se le agregará la Escuela de Química como escalón siguiente; ambas conformarán la Facultad de Química y Farmacia.
En 1926 comenzó formalmente a funcionar la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas, a pesar de que cinco años atrás ya se habían dado algunas clases, pero que pronto se terminaron.
Caracterizaron a esta facultad sus grandes maestros venidos de Rusia, entre los que podemos citar a Sergio Sispanov, Sergio Conradi, Nicolás Krivosheim y Nicolás Snarsky.
La reforma que estalló en Córdoba en 1918 se efectivizará en nuestra universidad recién en 1929, con el otorgamiento de una personería jurídica que le permitió ser autónoma de los poderes políticos. Desde ese año se estipuló que sus fines serían la investigación, la docencia y la extensión.