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“Hoy estoy con 82 años, y soy niñero de mis nietos, feliz y contento”, avisa con la serenidad del que todo lo dejó en el escenario. Aquí, sentado en el fondo de su residencia –sobre Aviadores del Chaco, en las cercanías de Madame Lynch–, donde funciona un negocio de autorrepuestos y ventas de vehículos importados de Estados Unidos y Chile, el hombre que construyó su vida con melodías y aplausos, desgrana recuerdos.
Óscar Faella empezó a estudiar violín con el profesor Obdulio Benítez, a los cuatro años. Enseguida, su madre, la española Josefa Peña de Faella, lo sentó frente al piano y le dio la formación básica que él se encargó de completar con fantásticas ocurrencias. Vecino y amigo de su padre italiano, Mario Atilio Faella, el señor Bautista Vertúa, dueño de la renombrada Confitería Vertúa, fue quien le ofreció su primer trabajo artístico. “Habré tenido cinco años, y creo que, cansado de que le rompa las plantas con la pelota, don Bautista me dijo que tenía que debutar en la confitería. Yo tocaba y cantaba”.
De su época escolar, en la Escuela Brasil, data su oficio de integrante de orquestas. Por entonces conoció a otro niño prodigio de la música: Vitalino Rodríguez Báez (el renombrado Alberto de Luque). “Nos faltaba un cantor. Y de repente apareció un morocho que era un atleta espectacular, Vitalino Rodríguez . ‘Yo canto’, me dijo. Y, en verdad, cantaba una maravilla. Formó con nosotros la orquesta: tocábamos en todos lados, nos íbamos de invitados especiales”.
El infortunio de la muerte de su padre hizo que antes de los doce años se viera obligado a trabajar para ayudar a su madre. Tocaba el piano con la orquesta Melodía de América, y actuaba con el plantel de artistas de la Confitería Vertúa, como integrante de la orquesta de Dante Ortiz.
A los trece, creó su propio conjunto, que se llamó Óscar Faella y su Piano. Y fue el periodista Rovisa (Roberto Víctor Santacruz) quien le adjudicó el mote artístico de “Fantasista del teclado”. Reconoce a Tide Smith y Juan Villa Cabaña como sus grandes maestros.
Infaltable en fiestas sociales, casamientos o cumpleaños familiares, Faella cimentó una trayectoria sólida. Era artista estable del Hotel Guaraní, Hotel Itá Enramada, Hotel Excelsior, Yacht y Golf Club Paraguayo y Hotel del Paraguay. Marcó presencia en programas radiales y televisivos desde que se inauguró Canal 9 Tv Cerro Corá, en 1965. Formó parte de “Camino al éxito” (Canal 13) y “La mañana de cada día” (Canal 9).
A instancias de su amigo Tito Martínez, un músico instalado en Las Vegas, viajó a los EE.UU. en 1989. A pesar de las buenas ganancias y la abundancia de trabajos en restaurantes y clubes nocturnos de Nueva York, Los Ángeles y Miami, decidió volver al Paraguay en casi cuatro años.
El “Fantasista del teclado” destaca que la mayor parte de su carrera trabajó para hacer bailar a la gente. En los años 50, fue llamado por Athos Bernal para integrar la orquesta “Las Estrellas Paraguayas del Jazz”.
“Mi finada madre me dijo: ‘Papucho –así me llamaba ella–, grabá música paraguaya; no hay piano en Paraguay. Tocá mal, pero no vayas a imitar. Tenés que tener dos cosas: una línea melódica romántica y velocidad’. Yo seguí su consejo, y no me fue mal en el arte”.
En 1958, Óscar Faella grabó por primera vez un material discográfico con el maestro encarnaceno Juan Carlos Soria, en Buenos Aires. En la capital porteña, fue pianista del ballet El Chúcaro, en los años 60. Por entonces, también actuaba con el grupo argentino “Los Cinco del Ritmo” y acompañaba a solistas como Roberto Yanés, Ramona Galarza y Estela Rabal. “Yo compartí escenario con Mariano Mores, con Ariel Ramírez, con Zimbo Trío, y los aplausos para ellos no fueron superiores de los que el público me brindaba a mí”.
Toda una vida detrás de las teclas... Ahora, ¿en qué momento se reencuentra con el piano? “Todos los días. De repente me levanto a las dos de la madrugada y toco. Me vienen unas ganas de tocar, y toco”. Disfruta de su talento. “Y no sé si es talento, pero es mi locura”.
¿Satisfecho con todo lo realizado, o queda en el tintero algo por concretar?
“Ahora quiero hacer mi última actuación ‘La noche de los pianos’, con mis amigos a quienes admiro, que son Óscar Fadlala, Lobo Martínez, Luis Álvarez, Carlos Centurión, Valentina Díaz Frenot, Diego Sánchez Haase, Giovanni Primerano. Quiero hacer esa noche de los pianos, y con eso vengo y sigo mi profesión de niñero de mis nietos, que es la profesión más linda que Dios me dio”.
Libro de partituras
En proceso de impresión se halla el libro “Partituras escogidas”, en el que Óscar Faella presenta partituras de música paraguaya para piano.
El material que saldrá con el sello de Editorial En Alianza es editado por El Centro Cultural de la República El Cabildo. “Es un sueño largo que tengo y ahora los profesores de conservatorios y estudiantes de piano van a contar con elemento didáctico que les permitirá recibirse tocando música paraguaya”, expresa feliz Faella.
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