Halley Mora tiene una cualidad sumamente valorada en los buenos escritores: hacer que quien está leyendo su obra se sienta de pronto como que una red se va cerrando sobre su humanidad impidiéndole salirse de la historia. Eso ocurre con este libro.
Aunque el protagonista visible es un hombre, Manuel Quiñónez, la verdadera protagonista es una mujer, Carmen Sosa, ausente físicamente pero presente insistentemente a través de un enigmático elemento que va apareciendo como en cápsulas a lo largo de la obra, para luego sobrevenir el desenlace.
El escritor, caracterizado por su puntillosa capacidad de observación, se detiene constantemente para detallar aquello que “viste” a su narración, como cuando observa unas fotografías y se fija en la letra con la que están escritas las dedicatorias como para, a partir de ahí, hacer sus deducciones puntuales sobre el posible carácter sicológico de quien escribió sobre cada una de esas imágenes fotográficas.
Halley Mora también ofrece lúcidas sentencias dejadas como al pasar, en este relato que nuevamente le da a la mujer el derecho de ser el eje moral de la historia.
Asunción es el escenario del “Manuscrito alucinado”, presentando lugares como el club Martín Pescador, en las cercanías del ex Hospital de Clínicas; y otros espacios que hacen a la ciudad reconocible y familiar.
Erotismo, tragedia, ironía sutil y una comicidad abierta están presentes en esta obra, que invita a leerla de un soplo, con la mente abierta y atenta para recibir sorpresas.
El libro aparecerá mañana con el ejemplar de ABC Color por G. 22.000.
Este material forma parte de esta colección de 14 libros, editados por El Lector, en homenaje al prolífico escritor, ganador del Premio Nacional de Literatura 2001.