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El filme es muy fiel al libro, aunque tiene algunos cambios de personajes, no solo en los nombres, sino también en sus características. Se pone en la moda de la diversidad racial, con un afroeuropeo, una española y un latinoamericano en el pasaje. Pero más que la novela, la referencia principal de esta película parece ser la versión cinematográfica de Sidney Lumet, en la que otro actor shakesperiano hacía del detective Hercule Poirot: Albert Finney. Branagh más bien parece buscar ponerse en su lugar, que en el del personaje del libro. Eso sí, tiene un bigote más largo y más ridículo.
La película comienza muy bien, con la resolución de un caso en Jerusalén. Luego Poirot ya se traslada a Estambul, donde tomará el Expreso de Oriente, y donde ocurrirá el asesinato que tendrá que resolver. Para el que conozca, la historia, no hay muchas variantes. Solo la crítica racista, al haber personas de diferentes nacionalidades en el viaje. Lo que tiene el filme de Branagh es un tratamiento visual diferente, con mayor aprovechamiento de las locaciones. La acción no se desarrolla solo en los vagones, sino en todo el lugar donde el transporte está varado. Así también el tren cobra un protagonismo interesante, como testigo de una época romántica, ya en su fase de decadencia.
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