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La cultura pop se ha vuelto todo un objeto de estudio en los últimos años. Está presente en diferentes tipos de productos y ya podríamos hablar de una “poplogía” que estudie su influencia. Spielberg, que ha contribuido muchísimo en lo pop con un montón de películas, producidas o dirigidas por él, nos entrega ahora una cinta que se nutre de todo el imaginario de los 80, década en que lo pop brilló más que en las anteriores 60 y 70. Una película que retoma aquellas producciones suyas dirigidas al público infantojuvenil, luego de varias cintas dedicadas a temas históricos (precisamente, esta película fue realizada a la par que “The Post”, sobre los documentos del Pentágono”), y lo hace en el lenguaje de los videojuegos, tan presente en los chicos de hoy.
La historia se desarrolla en el 2045. La sociedad está en completa decadencia y todo el mundo está prendido al Oasis, como si fuera una tabla de salvación. Se trata de un universo virtual que fue creado por un “nerd” veinte años antes y que pobló dicho cosmos con películas y canciones de los años ochenta.
James Halliday (el genial Mark Rylance) es el creador del Oasis. Poco antes de fallecer, creó un juego único cuyo premio es la propiedad total de dicho mundo virtual. Wade Watts (Tye Sheridan) es uno de los tantos jóvenes que compiten por el gran premio. Tiene el avatar de Parzival y viaja en el mismo auto DeLorean de “Volver al futuro”.
Por supuesto, siempre hay una corporación que quiere apoderarse del premio. IOI es la tal, que tiene un ejército de jugadores.
El filme está basado en la novela de Ernest Cline que también es uno de los guionistas. La gran calidad narrativa de Spielberg vuelve a estar al servicio de una historia que atrapa por los guiños al pasado, pero con una estética completamente actual. sferreira@abc.com.py