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Según el propio director, en la película no se escucha ni un solo diálogo porque en el conflicto vasco-español “hay demasiado ruido”.
“Es una película reacción. Yo estaba escribiendo la que tenía que ser mi tercera película, cuando esta entró de un portazo. Entró sin avisar”, agregó Rosales, al tiempo de subrayar que no utilizó actores, sino gente en sus actividades cotidianas.
En el año 2008, obtuvo el premio de la crítica Fipresci, en el Festival de San Sebastián.