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Es claro que no mucha gente conoce al grupo, por eso no se apostó a traerlo en un lugar con más espacio. De igual manera el público que llenó Kilkenny demostró su alegría por tener de vuelta al grupo inglés y en un concierto que sea exclusivo de ellos. Recordemos que vinieron por primera vez en 2016 y tocaron en un festival antes de Andrés Calamaro y pasaron completamente desapercibidos y su calidad musical fue desaprovechada.
Ahora la ocasión fue única y especial tanto para el grupo como para el público, que se conectaron de manera natural. La agrupación conformada por los pares de hermanos Michele (bajo y voz) y Romeo Stodart (guitarra y voz), y Sean (batería) y Angela Gannon (teclado, pandereta y voz) emana una personalidad totalmente sencilla y genuina, lo que hace que se disfrute aún mucho más de su presentación. Transmiten que lo que les importa realmente es la música que hacen y compartir con la gente.
Esta vez tocaron temas de su nuevo disco “Outsiders”. Así sonaron algunos como “Shotgun wedding”, “Ride against the wind”, “Sing me a rebel song” y “Sweet divide”. Este nuevo álbum presenta un sonido mucho más eléctrico, donde Romeo tiene la oportunidad de dar rienda suelta a las distorsiones. Así también Angela deja por momentos su teclado y la pandereta para arremeter con la guitarra eléctrica. Ambos son las voces principales del grupo y se complementan a la perfección entregando bellas armonías.
Michele también tuvo su turno para sacar a relucir la voz cuando complacieron con la poderosa balada “Wheels on fire”, luego de que Romeo preguntara al público qué canción les gustaría escuchar. No obstante lo que atrapa también de ella es su poderosa presencia escénica y su forma cautivante de tocar el bajo. Sean no se queda atrás y, siendo el más serio del grupo, otorgó contundencia a las canciones gracias a su toque.
No faltaron temas, de sus anteriores discos, como “Forever lost”, “Love’s a game”, “The mule”, “Love me like you”, “Take a chance”, entre muchos otros, en más de una hora de un agitado y festivo concierto.
En casi la mayoría de los temas, hacia los finales quedaban colgando en trances musicales muy virtuosos donde desplegaban todo su talento y entrega en el escenario, lo cual el público celebraba con gritos y aplausos. No faltó el “¡olé, olé, olé, olé, Magic, Magic!” que generaba sonrisas de agradecimiento de los músicos.
“Qué lindo ir a diferentes lugares y que canten tus canciones”, expresó Romeo, antes de cerrar con la enérgica “Mornings eleven”, para cerrar un concierto que será inolvidable para quienes vivieron ese momento. victoria.martinez@abc.com.py