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La película del Capitán Marvel de la DC, que por cuestiones de derechos su nombre ha quedado con la palabra mágica que invoca sus poderes: Shazam, no es tan pretensiosa como la de la superheroína de Marvel. Pero por eso mismo se trata de un producto entretenido que rompe con la pomposidad y la “oscuridad” de las cintas sobre los otros personajes de la DC.
“Shazam” es una película divertida y que se toma en sorna la parafernalia de los superhéroes del cine actual, un fenómeno que no tiene precedentes y que ha provocado que haya gente que pague 15.000 dólares por dos entradas para el estreno de “Avengers: End- game”, en Estados Unidos. Estamos todos locos.
Luego de sacudirnos la cabeza buscando explicación para lo inexplicable, preferimos disfrutar de esta película sencilla que es “Shazam”. Como toda primera cinta de un personaje, se cuenta su historia, la cual no dista de la versión original de 1939 (Sí. Shazam es tan viejo como Batman y Superman): Billy es un chico huérfano que es elegido por un mago para recibir los poderes de Shazam. Así tendrá que enfrentarse a un supermalo que reúne la fuerza de los siete pecados capitales.
Pero lo interesante es que Billy, cuando se convierte, no deja de ser el adolescente que es. Siempre es el mismo muchacho jodón que solo quiere pasarla bien y que tendrá que aprender a lidiar con responsabilidad con sus poderes. Y el personaje de Shazam está construido como un superhéroe a la antigua, como el personaje irreal que es.
Así, “Shazam” viene a ser como “Deadpool” pero para toda la familia, y es también un homenaje asumido a aquella película de fines de los 80 “Quisiera ser grande”, protagonizada por Tom Hanks.
Muy buenas actuaciones de Zachary Levi como Shazam y Asher Angel como el joven Billy. Mark Strong está muy impostado como el archivillano. Pero es también el sendero que buscaba el director David F. Sandberg al desacralizar al género de superhéroes. La película pinta para secuelas, ojalá que no la empañen.
sferreira@abc.com.py