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María Antonia Abad Fernández, más conocida por “Saritísima”, ha representado por encima de todo el ícono de la eterna juventud. Un elixir que se ha apagado ayer dejando atrás cuatro matrimonios y su impronta en el ámbito de la canción.
Protagonista de una de las películas más taquilleras de la historia del cine español, “El último cuplé” (1957), Sara Montiel participó en casi cincuenta películas a lo largo de una intensa carrera cinematográfica que comenzó en 1944 con “Te quiero para mí”.
En el rodaje de “Dos pasiones y un amor”, conoció a su primer marido, el director de cine estadounidense Anthony Mann, con quien contrajo matrimonio en Los Ángeles en 1957. Y es que siempre estuvo rodeada de hombres. Entre sus amantes, nombres como Ernest Hemingway o el Nobel de Medicina, Severo Ochoa.
Universal entre todas las actrices españolas gracias a su belleza, había conseguido conquistar a Hollywood, pero no olvidaba sus raíces y alardeaba de sentirse “manchega por los cuatro costados”.
Nacida en Campo de Criptana (Ciudad Real), siempre supo que sería una estrella, y su carrera artística la llevó a convertirse también en una figura de la canción gracias a temas tan emblemáticos como “Fumando espero”, “Bésame mucho”, “La violetera” o “Amado mío”.
Dos de sus últimas aportaciones a la canción han sido compartiendo escena con el grupo Fangoria en “Absolutamente” y con su propio hijo, Zeus, adoptado junto a su hija Thais durante su matrimonio con Pepe Tous, en el sencillo “Sex dance”.
Sincera ante todo y con su verdad por delante, “Saritísima” tampoco dudó nunca en mostrar sus opiniones políticas y sociales. Así, la manchega, mito erótico mundial y declarada socialista, afirmaba su rechazo a la reforma de la ley antitabaco en 2011 y su oposición al expresidente Aznar, del que dijo no tenía “ni medio polvo”. Su estilo, inconmensurable, creó escuela y trascendió modas hasta el final de sus días.