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El holandés René Descartes es uno de los filósofos más referidos de todos los tiempos. Fue el creador de la célebre invocación "pienso, luego existo" y quien estructuró su obra sobre la base de la duda como punto de partida para llegar al conocimiento pleno de las cosas. Su libro "Discurso del método" aparecerá el próximo domingo, con el ejemplar de ABC Color, en el marco de la Colección Líderes del Pensamiento Universal, editada por El Lector.
Esta obra fue publicada en 1637 en Holanda, la tierra natal de René Descartes, quien había nacido en La Haya. El autor advirtió y trató de evitar los imponderables con la jerarquía católica y publicó el libro de forma anónima. La lógica, la geometría y el álgebra son los puntales y soportes de esta obra, según las propias manifestaciones del autor. En su afán de establecer reglas más estables y precisas para descubrir verdades, chocó contra la lógica todopoderosa de Aristóteles, filósofo oficial de la Iglesia Católica durante varios siglos. Poner en duda la autoridad de Aristóteles diciendo que su lógica era defectuosa, además de alegar que el silogismo no puede ser método de descubrimiento, le granjeó no pocos enemigos.
Descartes era partidario de buscar y alcanzar un conocimiento absolutamente indubitable y evidente. Pisar suelo firme en el que hacer descansar sus convicciones. Esta pretensión y búsqueda se retrata en su "Discurso del método" y en su famosa frase: "Pienso, luego existo", que de alguna manera condensa el descubrimiento de una verdad incuestionable, pero también un ámbito nuevo de lo real: la subjetividad individual autoconsciente capaz de dudar duda metódica y analizar con autonomía.
Cuatro premisas
Partiendo de cero, Descartes establece como punto de partida de su discurso cuatro premisas que deben preceder la emisión de cualquier juicio relativo a la existencia de cualquier objeto, término o ser.
Estas premisas son: no admitir nada que no sea absolutamente evidente; dividir cada problema en tantos problemas particulares como sea posible a fin de resolverlo mejor; dirigir por orden los pensamientos partiendo de lo particular para llegar a lo general (deducción) y, finalmente, enumerar en su totalidad los datos del problema y pasar revista a cada elemento de su solución para verificar si se ha resuelto correctamente.
Analizar es un paso importante en ese largo transitar hacia los fundamentos firmes y evidentes. Ante una dificultad se plantea un problema, entonces es preciso visualizarlo, asumirlo en bloque y dividirlo en tantas partes como se pueda. Tantas partes hasta que nos hallemos en presencia de elementos del problema que puedan ser conocidos inmediatamente como verdaderos y de cuya verdad no pueda caber duda alguna. Ya no hay duda, pues tales elementos simples son las ideas claras y distintas.
El asesor general de la Colección Líderes del Pensamiento Universal, el doctor en filosofía José Manuel Silvero, en un análisis sobre "Discurso del método" y la obra cartesiana en sí, sostiene que es importante tener en cuenta que la estrategia de este pensador es homologar la evidencia con el criterio de la verdad. Es decir, para Descartes, lo verdadero es lo evidente. Sin embargo, lo evidente es a su vez definido por dos notas esenciales: en primer lugar la claridad y la distinción. Clara es una idea cuando está separada y conocida separadamente de las demás ideas. En segundo término, expresa que distinta es una idea cuando sus partes o componentes son separados unos de otros y conocidos con interior claridad.
Esta obra fue publicada en 1637 en Holanda, la tierra natal de René Descartes, quien había nacido en La Haya. El autor advirtió y trató de evitar los imponderables con la jerarquía católica y publicó el libro de forma anónima. La lógica, la geometría y el álgebra son los puntales y soportes de esta obra, según las propias manifestaciones del autor. En su afán de establecer reglas más estables y precisas para descubrir verdades, chocó contra la lógica todopoderosa de Aristóteles, filósofo oficial de la Iglesia Católica durante varios siglos. Poner en duda la autoridad de Aristóteles diciendo que su lógica era defectuosa, además de alegar que el silogismo no puede ser método de descubrimiento, le granjeó no pocos enemigos.
Descartes era partidario de buscar y alcanzar un conocimiento absolutamente indubitable y evidente. Pisar suelo firme en el que hacer descansar sus convicciones. Esta pretensión y búsqueda se retrata en su "Discurso del método" y en su famosa frase: "Pienso, luego existo", que de alguna manera condensa el descubrimiento de una verdad incuestionable, pero también un ámbito nuevo de lo real: la subjetividad individual autoconsciente capaz de dudar duda metódica y analizar con autonomía.
Cuatro premisas
Partiendo de cero, Descartes establece como punto de partida de su discurso cuatro premisas que deben preceder la emisión de cualquier juicio relativo a la existencia de cualquier objeto, término o ser.
Estas premisas son: no admitir nada que no sea absolutamente evidente; dividir cada problema en tantos problemas particulares como sea posible a fin de resolverlo mejor; dirigir por orden los pensamientos partiendo de lo particular para llegar a lo general (deducción) y, finalmente, enumerar en su totalidad los datos del problema y pasar revista a cada elemento de su solución para verificar si se ha resuelto correctamente.
Analizar es un paso importante en ese largo transitar hacia los fundamentos firmes y evidentes. Ante una dificultad se plantea un problema, entonces es preciso visualizarlo, asumirlo en bloque y dividirlo en tantas partes como se pueda. Tantas partes hasta que nos hallemos en presencia de elementos del problema que puedan ser conocidos inmediatamente como verdaderos y de cuya verdad no pueda caber duda alguna. Ya no hay duda, pues tales elementos simples son las ideas claras y distintas.
El asesor general de la Colección Líderes del Pensamiento Universal, el doctor en filosofía José Manuel Silvero, en un análisis sobre "Discurso del método" y la obra cartesiana en sí, sostiene que es importante tener en cuenta que la estrategia de este pensador es homologar la evidencia con el criterio de la verdad. Es decir, para Descartes, lo verdadero es lo evidente. Sin embargo, lo evidente es a su vez definido por dos notas esenciales: en primer lugar la claridad y la distinción. Clara es una idea cuando está separada y conocida separadamente de las demás ideas. En segundo término, expresa que distinta es una idea cuando sus partes o componentes son separados unos de otros y conocidos con interior claridad.