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En 1976, René Ayala tenía 18 años e integraba el grupo de rock progresivo Fénix. Tocaron en los festivales que se desarrollaban en el Seminario Metropolitano y en la Misión de Amistad, pero René fue preso, como miembro de la Academia Literaria del Salesianito, que estaba asociada al Movimiento Independiente.
“De repente me encontré con algo que no entendía. Para mí el arte era mi herramienta y no entendía toda esta represión. Tuve que esconderme, pero me encontraron y fui a parar al campo de concentración de Emboscada. Y allí tratamos de hacer arte nuevamente con Antonio Pecci, Emilio Barreto y tanta gente que estaba allí encerrada. Raúl Monte Domeq fue mi profesor de guitarra. Él también estaba en las academias literarias y era rockero. Luego nomás se volvió muy intelectual”, cuenta el músico y compositor.
René Ayala fue liberado en 1978, y la gente lo rehuía. “Los stronistas me consideraban una lacra y los de izquierda también rehuían de mi presencia, con temor a que se los descubra. Yo comprendía todo eso, pero la gente del rock: Roberto Thompson, Chester Swan, Richard Albospino me recibieron con los brazos abiertos. ‘Sigamos haciendo música’, me dijeron con una actitud muy revolucionaria, con esa solidaridad y coherencia que propugna el rock”.
En 1981, René realiza su primer recital y en 1982 forma el grupo Campanellas, por el cual han pasado una gran cantidad de músicos. “Quiero retomar Campanellas, pero más dentro de lo clásico. Estoy trabajando en un cuento del ‘Ayvu Rapyta’, de León Cadogan: ‘El pájaro azul’, que trata sobre la creación del mundo desde la óptica mbya guaraní, con el apoyo de José Zanardini y la Fundación Cadogan. A partir de noviembre, quiero hacer presentaciones, es decir, una serie de conciertos en lugares pequeños, con charlas sobre los instrumentos y lo que significa el Ayvu Rapyta”.