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Cada uno en la sociedad tiene ciertas cosas que debe hacer y que deben ser hechas solo por él.Si esas cosas, sin embargo, se hacen solo por otras consideraciones no morales, entonces aun cuando se haga lo que se debe hacer, la acción deja de ser justa.
El próximo domingo 12, ABC Color entregará el libro "Sabiduría", de Confucio, un compendio de sus más célebres pensamientos, en el contexto de la Colección Líderes del Pensamiento Universal, publicada por la Editorial El Lector.
Usando una palabra que solía ser despreciada por Confucio y los confucianos posteriores, en otro caso se está actuando por "provecho". Yi (justicia) y li (provecho) son en el confucianismo términos diametralmente opuestos.
El mismo Confucio dice: "El hombre superior concibe el yi; el hombre pequeño concibe el li". Aquí reside lo que los confucianos posteriores llamaban "distinción entre el yi y el li", una distinción que ellos consideraban de la mayor importancia en la enseñanza moral.
La idea del yi es más bien formal, pero la de ren (benevolencia) es mucho más concreta. La esencia formal de los deberes del hombre en la sociedad es su "deber ser", porque todos estos deberes son los que debe cumplir. Pero la esencia material de estos deberes es "amar a otros", o sea, ren o benevolencia. Cuando el padre actúa en la forma en que debe actuar un padre, ama a su hijo; el hijo que actúa en la forma en que debe actuar un hijo, ama a su padre. Confucio dice: "La benevolencia consiste en amar a otros".
El hombre que realmente ama a otros es un hombre capaz de cumplir con sus deberes en la sociedad. Así, en las Analectas vemos que Confucio usa a veces la palabra ren no solo para denotar un tipo especial de virtud, sino también para denotar todas las virtudes combinadas, de modo que el término "hombre de ren" se convierte en sinónimo del hombre de todas las virtudes. En tales contextos, ren puede ser traducida como "virtud perfecta".
Confucio es mejor conocido en Occidente que cualquier otro individuo chino. Pero en la misma China, aunque siempre fue famoso, su lugar en la historia ha cambiado considerablemente de un periodo a otro.
Históricamente hablando, fue en un principio un maestro, esto es, solo un maestro entre muchos. Pero después de su muerte, llegó gradualmente a ser el Maestro, superior a todos los otros. Y en el siglo II fue elevado a un nivel más alto. Según muchos confucianos de esa época, Confucio había sido señalado por el Cielo para comenzar una nueva dinastía que seguiría a la Zhou.
Aunque sin corona ni gobierno, se había convertido, hablando idealmente, en un rey que gobernaba todo el imperio. ¿Cómo se había producido esta evidente contradicción? Según esos confucianos, la razón podía encontrarse estudiando el significado esotérico supuestamente contenido en los Anales de Primavera y Otoño. Este libro, a ojos de ellos, no era una crónica del reino natal de Confucio (como lo fue en realidad), sino una importante obra política escrita por Confucio para expresar sus ideas éticas y políticas.
Luego, en el siglo I antes de nuestra era, Confucio llegó a ser considerado más que un rey. Según mucha gente de esa época, él era un dios viviente entre los hombres, un ser divino que sabía que después de su época llegaría la dinastía Han (206 a.n.e.-220 n.e.) y, de acuerdo con eso, en los Anales de Primavera y Otoño, formuló un ideal político que era suficiente para que lo cumplieran los hombres de Han. Esta apoteosis fue el clímax de la gloria de Confucio y, a mediados de la dinastía Han, el confucianismo pudo ser llamado "religión".
El próximo domingo 12, ABC Color entregará el libro "Sabiduría", de Confucio, un compendio de sus más célebres pensamientos, en el contexto de la Colección Líderes del Pensamiento Universal, publicada por la Editorial El Lector.
Usando una palabra que solía ser despreciada por Confucio y los confucianos posteriores, en otro caso se está actuando por "provecho". Yi (justicia) y li (provecho) son en el confucianismo términos diametralmente opuestos.
El mismo Confucio dice: "El hombre superior concibe el yi; el hombre pequeño concibe el li". Aquí reside lo que los confucianos posteriores llamaban "distinción entre el yi y el li", una distinción que ellos consideraban de la mayor importancia en la enseñanza moral.
La idea del yi es más bien formal, pero la de ren (benevolencia) es mucho más concreta. La esencia formal de los deberes del hombre en la sociedad es su "deber ser", porque todos estos deberes son los que debe cumplir. Pero la esencia material de estos deberes es "amar a otros", o sea, ren o benevolencia. Cuando el padre actúa en la forma en que debe actuar un padre, ama a su hijo; el hijo que actúa en la forma en que debe actuar un hijo, ama a su padre. Confucio dice: "La benevolencia consiste en amar a otros".
El hombre que realmente ama a otros es un hombre capaz de cumplir con sus deberes en la sociedad. Así, en las Analectas vemos que Confucio usa a veces la palabra ren no solo para denotar un tipo especial de virtud, sino también para denotar todas las virtudes combinadas, de modo que el término "hombre de ren" se convierte en sinónimo del hombre de todas las virtudes. En tales contextos, ren puede ser traducida como "virtud perfecta".
Confucio es mejor conocido en Occidente que cualquier otro individuo chino. Pero en la misma China, aunque siempre fue famoso, su lugar en la historia ha cambiado considerablemente de un periodo a otro.
Históricamente hablando, fue en un principio un maestro, esto es, solo un maestro entre muchos. Pero después de su muerte, llegó gradualmente a ser el Maestro, superior a todos los otros. Y en el siglo II fue elevado a un nivel más alto. Según muchos confucianos de esa época, Confucio había sido señalado por el Cielo para comenzar una nueva dinastía que seguiría a la Zhou.
Aunque sin corona ni gobierno, se había convertido, hablando idealmente, en un rey que gobernaba todo el imperio. ¿Cómo se había producido esta evidente contradicción? Según esos confucianos, la razón podía encontrarse estudiando el significado esotérico supuestamente contenido en los Anales de Primavera y Otoño. Este libro, a ojos de ellos, no era una crónica del reino natal de Confucio (como lo fue en realidad), sino una importante obra política escrita por Confucio para expresar sus ideas éticas y políticas.
Luego, en el siglo I antes de nuestra era, Confucio llegó a ser considerado más que un rey. Según mucha gente de esa época, él era un dios viviente entre los hombres, un ser divino que sabía que después de su época llegaría la dinastía Han (206 a.n.e.-220 n.e.) y, de acuerdo con eso, en los Anales de Primavera y Otoño, formuló un ideal político que era suficiente para que lo cumplieran los hombres de Han. Esta apoteosis fue el clímax de la gloria de Confucio y, a mediados de la dinastía Han, el confucianismo pudo ser llamado "religión".