“Moneco López” fue recibido ayer con gran algarabía

“Moneco López”, el libro dedicado al humor del destacado hombre de prensa compatriota, fue recibido con gran algarabía por parte del público, que definitivamente adoptó esta serie de volúmenes como sus favoritas.

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“Kostia” aparecerá el domingo 15 de abril con el ejemplar de nuestro diario. Se trata de un compendio de artículos de don Isaac que habían sido publicados como libro en forma póstuma (en 1985) por la Editorial Histórica, de otro grande del periodismo, Alfredo Seiferheld, bajo el título de “Comentarios ligeros y desprolijos”.

Isaac Kostianovsky, periodista y escritor, nombre referencial del periodismo paraguayo, nació en Gallipoli, Ucrania, el 2 de noviembre de 1911. Llegó al Paraguay con sus padres, José Kostianovsky y Olga Berenstan, en la década de los años 10.

Pasó parte de su adolescencia en Villarrica y terminó el bachillerato en el Colegio Nacional de la Capital. Se inició en el periodismo de barricada, fundando periódicos estudiantiles tales como El Pito, Combate, Claridad, Fibra, etcétera, en los cuales ya escribía con el detalle que después le caracterizaría: la ironía fina y letal.

Desde joven sufrió la persecución y la cárcel por culpa de sus ideas y sus acciones políticas. Lo apresaron por primera vez en 1929 junto con el mítico Óscar Creydt, una de las máximas figuras del comunismo paraguayo.

Durante el gobierno de Rafael Franco, en 1936, fundó el periódico Creolina, que luego fue clausurado por el gobierno de Félix Paiva, tras la caída del franquismo. Kostia, como se lo conocía, fue al exilio, víctima de los avatares políticos.

En la Argentina trabajó en varios diarios, entre ellos el célebre Democracia, de Buenos Aires, donde también escribieron otros paraguayos ilustres como Humberto Pérez Cáceres y Néstor Romero Valdovinos.

De vuelta al Paraguay, a comienzos de los años 60 fundó el tabloide satírico Lune ro y luego la revista Ñandé, una de las más populares en su género en nuestro país. En 1973 creó, junto al coronel Pablo Rojas, el diario vespertino Última Hora, del que fue director hasta 1975. En 1976 fue nuevamente deportado tras una célebre discusión que sostuvo con el ministro del Interior, Sabino Augusto Montanaro, en el despacho de este.

Retornó a Asunción, donde falleció el 16 de diciembre de 1981. Es uno de los pocos periodistas cuyo nombre lleva una calle asuncena.

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