Miguel Florentín editó libro de sus poesías

Bajo el sello Almirante, de su propiedad, Miguel Florentín Roa acaba de editar el libro “Poemas en la niebla del sur”, que reúne parte de su producción poética. La obra se distribuye en forma privada.

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Almirante es un sello, es una serie que abarca varias publicaciones, además de la ya citada, como “La beca equivocada”, “Navidad prohibida”, “Polizón”, y otras en proceso de edición y corrección. En ellas se describe de una forma o de otra la vida en los buques de la marina mercante paraguaya.

Una vida extraña, desde ya, debido a que la palabra “marina” no hace juego con “país mediterráneo”. No obstante, y con orgullo, debemos decir que Paraguay domina los ríos que lo rodean. Lo hace con el trabajo y dedicación de los excelentes profesionales abocados a esa noble tarea, indican en la contracapa de la publicación.

Buques y remolcadores con barcazas trajinan resoplando de subida y de bajada, todos los días del año y sin descanso. Tripulantes conocidos. Colegas sacrificados. Escribo por ellos y para ellos. Para acompañar la difícil soledad lejos de la casa, expresa Florentín Roa.

Con relación al poemario, indica que en una fría quincena en el puerto de Montevideo, el buque ancló a la espera de muelles. Se hicieron muchos planes para descargar, cargar y luego equipar la nave para que siga su curso.

Mas un enemigo se acercaba: la niebla. Y entonces, lejos del mundo y de los ruidos, allá en la rada exterior, éramos solo un puntito en el difuso horizonte. La orden fue esperar todos esos días. Y allí sucedió.

Incontenibles e irrespetuosos, subieron por una escalera hecha de sogas estos poemas tímidos que tiñen de rosado las mejillas de las jóvenes. Los guardé en bodega. Los mantuve presos. Pero más tarde, por la envoltura desgarrada de los sueños rotos, algunos escaparon desobedientes al llamado del adusto capitán.

Te los entrego aquí. No para que los leas, sino para que los sueltes en el siguiente río de tu vida, expresa Florentín Roa.

“Aquí dejo mi adiós en estos versos finales que te escribo, para callar después, para cerrar la puerta que me enseñaste a abrir sobre el resplandeciente jardín de la poesía. Mi mano de poeta queda clavada aquí, sobre tu cruz, por siempre”, expresa el poema de Augusto Roa Bastos que transcribe su sobrino que, de este modo, sigue los pasos del gran escritor nacional.

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