Marzo Paraguayo, gesta ciudadana

“El Marzo Paraguayo”, de Andrés Colmán Gutiérrez, que aparecerá mañana con el ejemplar de nuestro diario, es un libro de excepcional valor porque sobre todo reivindica la gran gesta ciudadana que se opuso al caudillismo autocrático y a la violencia. Con esta obra culmina una exitosa serie bibliográfica de contenido histórico.

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–¿Qué lección dejó el Marzo Paraguayo?
–Fue la gesta ciudadana probablemente más significativa en la historia del país. Hasta entonces, los cambios de gobierno por vías no electorales se habían realizado a través de golpes de Estado. En el Marzo Paraguayo, aunque hubo dirigentes políticos negociando en las sombras, la concentración en las plazas fue una gran “pueblada” que se mantuvo a pesar de la violencia policial, de tanques y francotiradores.

–Fue una gesta de la ciudadanía.

–Fue admirable ver a jóvenes y campesinos resistiendo con palos y piedras a las armas de fuego. En las motivaciones de esa movilización hubo mucho idealismo patriótico, que lamentablemente no fue continuado por los políticos que asumieron el poder y convirtieron una oportunidad histórica en un gobierno patético, inútil y corrupto. La ciudadanía mostró un heroísmo increíble, pero la clase política resultó una decepción.
–La reacción ciudadana comenzó con el asesinato de Argaña.

–Primero hubo un shock colectivo. Después, indignación. Apenas se confirma la muerte de Argaña, en la mañana del 23, un grupo de dirigentes de la organización Jóvenes por la Democracia, que reunía a las juventudes de los principales partidos, marcha hacia el Palacio de Gobierno, exigiendo juicio al presidente Raúl Cubas y cárcel para Lino Oviedo. Muchos ciudadanos y ciudadanas se les iban uniendo en el camino.

–¿Cuándo se producen los primeros choques entre los manifestantes y la Policía?
–Esa misma mañana del 23, cuando los manifestantes llegaron a la esquina del Palacio, fueron contenidos por un cordón policial. Al atardecer, la Policía atacó con violencia a los manifestantes, buscando que abandonaran las cercanías del Palacio. Hubo varios heridos graves. Finalmente, los manifestantes se replegaron a las plazas del Congreso, donde estaban miles de campesinos que habían llegado para su marcha anual. De allí, muchos ya no se moverían hasta el 28, cuando cae el gobierno de Cubas.

–¿Qué hicieron los oviedistas para tratar de mantenerse en el poder?
–Primero utilizaron a la Policía para intentar desalojar a los manifestantes de la plaza, sin resultado. Desde el 24 movilizaron a sus seguidores para copar la plaza, pero solo pudieron ocupar uno de los sectores, junto a la Casa de la Cultura.

–Y la Policía reprimía.

–Hubo varios momentos de fuerte represión policial y de enfrentamiento de los jóvenes con los oviedistas. Los manifestantes antigubernamentales resistieron siempre. En la noche del 26, el Gobierno envió tanques militares, pero no pudieron ingresar a la plaza.

–¿Cuántos muertos y heridos se producen en la plaza en la noche del 26?
–El Centro de Documentación y Estudios detectó con nombres y apellidos a 7 personas muertas y 769 heridas, en su mayoría la noche del 26, por acción de francotiradores. Los fallecidos llegaron a ocho porque uno murió meses después, por las heridas recibidas.

–¿Hubo presión internacional al gobierno de Cubas?
–Mucha, principalmente por la embajadora de Estados Unidos, Maura Harty, y del nuncio apostólico monseñor Luis Baldisseri. Pero quien finalmente obtuvo la renuncia de Raúl Cubas fue el entonces presidente del Partido Colorado, Bader Rachid Lichi, en la tarde del domingo 28 de marzo, durante una reunión en Mburuvicha Róga.

–¿Y Lino Oviedo?
–Esa misma tarde, Cubas habló con Oviedo, a quien le entregó un decreto que ordenaba su libertad. Oviedo partió con su familia a la Argentina y Cubas logró que el Gobierno del Brasil le concediera asilo político. Renunció, viajó y esa misma noche asumió la presidencia el titular del Congreso, Luis González Macchi.

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