Este será el volumen número 13 de la Biblioteca de Obras Selectas de Autores Paraguayos, publicado por ABC Color y la editorial Servilibro.
De acuerdo con el criterio de González Real, autor del prólogo de la presente edición, con "Mancuello " Villagra Marsal ha tomado un "compuesto" afín al "mester de juglaría" medieval y lo ha trasplantado del nivel popular al culto, logrando a través de voces del castellano arcaico, trasvasar el cuento original (relatado en guaraní) a un castellano paraguayo de gran lirismo, pleno del aliento autóctono de los guaraniparlantes.
Este "tour de force" lingüístico, en el que se amalgaman e interactúan la sintaxis de dos idiomas y las cosmovisiones del bilingüismo paraguayo, "propone ir más allá de la relación idioma dominante-dominado, para superar los códigos lingüísticos de ambos. Ir más allá de esta dualidad, base de nuestro mestizaje cultural, hasta llegar a una creación estética que trata de salvar ambos mundos a través de la poesía", señala Osvaldo González Real.
En ese aspecto, Rubén Bareiro Saguier manifiesta que "ambos idiomas, el castellano y el guaraní, están en colisión sincrética" y que se han influido recíprocamente. El mencionado escritor ha hablado también "del juego sutil de interacciones y rechazos, de incrustaciones, fecundaciones y simbiosis" entre ambas lenguas.
El crítico literario José Vicente Peiró no cree que "Mancuello y la perdiz" haya sido primero escrito en guaraní y luego traducido al español (como afirma Villagra Marsal). Él cree, más bien, que la obra es "un ejemplo de transculturación paraguaya y resultado del mestizaje hispano-guaraní".
La segunda edición de 1991 sería la versión corregida (más culta) de la edición de 1965 (más espontánea).
González Real, en su prólogo de la presente edición de "Mancuello y la perdiz", recuerda que Villagra Marsal le dijo que su creación es "una fábula silvestre, forestal, mediterránea" y "la acepto como tal, agregando que la actitud mesiánica del ángel liberador tiene resonancias cabalísticas, es la manifestación divina de la justicia".
La obra tiene además sus connotaciones políticas al condenar el caudillismo y el "caciquismo" de los políticos que nos han llevado a sufrir nefastas dictaduras, puntualiza también el prologuista.
A su vez, el poeta y ensayista Francisco Pérez-Maricevich afirma respecto a "Mancuello y la perdiz" que la estrategia narrativa de la que el autor se ha servido se halla raigalmente vinculada a los caracteres de la oralidad, es decir, a la reproducción-transfiguración escrita del relato popular.
De acuerdo con el criterio de González Real, autor del prólogo de la presente edición, con "Mancuello " Villagra Marsal ha tomado un "compuesto" afín al "mester de juglaría" medieval y lo ha trasplantado del nivel popular al culto, logrando a través de voces del castellano arcaico, trasvasar el cuento original (relatado en guaraní) a un castellano paraguayo de gran lirismo, pleno del aliento autóctono de los guaraniparlantes.
Este "tour de force" lingüístico, en el que se amalgaman e interactúan la sintaxis de dos idiomas y las cosmovisiones del bilingüismo paraguayo, "propone ir más allá de la relación idioma dominante-dominado, para superar los códigos lingüísticos de ambos. Ir más allá de esta dualidad, base de nuestro mestizaje cultural, hasta llegar a una creación estética que trata de salvar ambos mundos a través de la poesía", señala Osvaldo González Real.
En ese aspecto, Rubén Bareiro Saguier manifiesta que "ambos idiomas, el castellano y el guaraní, están en colisión sincrética" y que se han influido recíprocamente. El mencionado escritor ha hablado también "del juego sutil de interacciones y rechazos, de incrustaciones, fecundaciones y simbiosis" entre ambas lenguas.
El crítico literario José Vicente Peiró no cree que "Mancuello y la perdiz" haya sido primero escrito en guaraní y luego traducido al español (como afirma Villagra Marsal). Él cree, más bien, que la obra es "un ejemplo de transculturación paraguaya y resultado del mestizaje hispano-guaraní".
La segunda edición de 1991 sería la versión corregida (más culta) de la edición de 1965 (más espontánea).
González Real, en su prólogo de la presente edición de "Mancuello y la perdiz", recuerda que Villagra Marsal le dijo que su creación es "una fábula silvestre, forestal, mediterránea" y "la acepto como tal, agregando que la actitud mesiánica del ángel liberador tiene resonancias cabalísticas, es la manifestación divina de la justicia".
La obra tiene además sus connotaciones políticas al condenar el caudillismo y el "caciquismo" de los políticos que nos han llevado a sufrir nefastas dictaduras, puntualiza también el prologuista.
A su vez, el poeta y ensayista Francisco Pérez-Maricevich afirma respecto a "Mancuello y la perdiz" que la estrategia narrativa de la que el autor se ha servido se halla raigalmente vinculada a los caracteres de la oralidad, es decir, a la reproducción-transfiguración escrita del relato popular.