Mañana aparece el libro de Brezzo

Con el ejemplar de nuestro diario, aparecerá mañana domingo el libro “La devolución de los trofeos de la guerra”, de la historiadora argentina y gran conocedora de nuestro pasado, doctora Liliana Brezzo.

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En esta obra, la penúltima de la Colección “A 150 años de la Guerra Grande”, de ABC Color y la editorial El Lector, la autora trata no solo la restitución de los trofeos robados por la soldadesca aliada, sino la condonación de una deuda posbélica considerada injusta a todas luces.

De acuerdo con la doctora Brezzo, la devolución de los trofeos se vio enlazada desde el comienzo con el proceso de condonación de la deuda de guerra, asunto que se instaló en el Paraguay como tema de intercambios y de escritos a finales del siglo XIX.

La discusión fue activada, según la autora, por integrantes de una corriente intelectual imbuida de la idea de que los dos vencedores –Brasil y Argentina– renunciaran a su cobro.

Tal corriente estaba liderada, fundamentalmente, por letrados y dirigentes políticos adscriptos al Instituto Paraguayo y a los periódicos La Prensa y El Cívico. “El seguimiento de su retórica demuestra que las argumentaciones tenían raíces más profundas que el mero peso económico que suponía para el Estado paraguayo la pervivencia de la deuda”, manifiesta Brezzo en su libro que aparecerá mañana.

Recuerda la historiadora que los artículos 14º y 15º del Tratado de la Triple Alianza firmado en 1865 por Argentina, Brasil y Uruguay acordaban, respectivamente, que los países aliados exigirían al Gobierno del Paraguay el pago de los gastos de la guerra que se hubieran visto obligados a aceptar, así como la reparación e indemnización de los daños y perjuicios causados a sus propiedades públicas y particulares, y a las personas de sus ciudadanos sin expresa declaración de guerra.

En el artículo 3º del Tratado de Paz firmado entre Argentina y Paraguay en 1876 se estipuló el reconocimiento, por parte de este último, de la deuda de guerra y la obligación de pagar a la Argentina el importe de los gastos por los daños causados a propiedades públicas y a personas y propiedades particulares. A la Argentina le correspondía, asimismo, según lo establecido en el mencionado ajuste de paz, precisar los montos. Esto nunca se concretó, entre otras razones porque desde el primer momento se consideró a la deuda simplemente teórica; en círculos privados y oficiales de Buenos Aires se compartía la idea de que la misma tendría que ser eliminada en algún momento, aunque más no fuera por sentido práctico, puesto que era razonablemente incobrable.

Por su parte, el Brasil, desde la firma de los tratados de 1872, manifestó una postura contraria a la cancelación de la deuda de guerra. Los sucesivos gobiernos brasileños jamás pretendieron cobrarla, pero veían en su mantenimiento una garantía de la independencia paraguaya frente a “eventuales proyectos anexionistas argentinos”. El investigador Francisco Doratioto sostiene en su trabajo titulado “En busca del equilibrio: la política exterior paraguaya entre 1920 y 1925” que, aun juzgando como remota una acción en tal sentido, se sopesaba que si llegaba a darse una iniciativa, Argentina heredaría la deuda, la que sería cobrada de inmediato por el Brasil.

Los gobiernos argentinos en las décadas subsiguientes a la guerra se manifestaron siempre atentos a la actitud que pudiera asumir el Brasil en esta materia y ambos eran conscientes de que cualquier acción para obtener el reconocimiento de la deuda y la determinación de su forma de pago “sublevaría no solo a la prensa paraguaya, sino al país entero”.

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