Cargando...
Esta vez, su presencia estuvo antecedida por una serie de rumores que corrieron acerca de una noche de excesos en Buenos Aires, lo que incluso puso en duda su llegada. Pero apenas pasaron unos minutos de las 21:00 y el “Sol de México” hizo su aparición en el escenario, para desatar el desaforado griterío del público.
En un show de más de dos horas sonaron éxitos como “Si te vas”, “Tú, solo tú”, “Amor, amor, amor”, “Devuélveme el amor”, “Suave”, “Por debajo de la mesa”, “No se tu” y “Oro de ley”. Tampoco faltaron canciones como “Culpable o no”, “Te necesito”, “Tengo todo excepto a ti”, “Hasta que me olvides”, “La incondicional”, y muchas más, algunas enganchadas como popurrí.
Hacia la recta final vino la parte más movida y, entre la entrega de flores blancas y pelotas al público, sonaron “Será que no me amas”, “Ahora te puedes marchar”, “La chica del bikini azul” y “Cuando calienta el sol” (el último tema realmente no cantó, porque ya no tenía el micrófono en la mano).
La voz de Luis Miguel permanece intacta ante el paso del tiempo pues pudo hacer gala de la potencia, de su amplio rango y el dominio vocal que aún posee, como también de las maneras en que puede aportar otros fraseos a sus canciones de siempre. Eso sí, es cierto que no completó varias músicas, más bien animaba al público y lo dejaba cantar. A veces no entraba a tiempo o no modulaba bien algunas palabras, pero al público parecía no importarle, solo quería disfrutar.
El artista salió varias veces del escenario para cambiarse y para, seguramente, recobrar fuerzas, pero en esos momentos nos dejaba con su virtuosa banda, por lo que esos lapsos fueron un disfrute. Cada vez que Luis Miguel volvía mostraba movimientos que la gente celebraba y se veía dispuesto a dar todo de sí, pero en el fondo parecía que realmente no sentía lo que estaba cantando, como que lo hacía de manera mecánica. No se dejaba llevar por sus temas.
La figura de Luis Miguel como artista siempre estuvo marcada por su exigente carácter, según lo que muestra tanto abajo como arriba del escenario. No es la primera vez que, por ejemplo, lo ven reclamar al encargado del sonido porque no está conforme con lo que sucede, como si no tuviera buen retorno.
Es cierto también que la fama de “Luismi” recibió un nuevo empuje con la serie de Netflix, y eso le valió incluso ganarse seguidores más jóvenes. El artista pudo haberse reinventado, pero él fue de nuevo a lo seguro, a lo suyo: el romance, en eso que sabe que es impecable.
Luismi es amado por miles en el mundo, por sus incondicionales, y es, sin dudas, una de las estrellas más importantes de la música en español. Pero ahora que sabemos, gracias a la serie, sobre su trágico pasado lleno de sufrimientos, quizás sea tiempo para que alguien le sugiera tomarse un tiempo para que pueda realmente descansar y renunciar a ese estilo de vida de excesos, para que no termine como un “Sol” decadente que va perdiendo su brillo.
victoria.martinez@abc.com.py