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Ambas películas, muy buenas. El animé estaba basado en un manga, y también tenía ecos de una película más vieja: “Blade Runner” (1982), de Ridley Scott, que a su vez estaba basado en un cuento de Philip K. Dick: “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?”.
Más allá del concepto de imagen, el tema subyacente era la identidad. ¿Qué era ser androide? ¿Tienen alma? Y aquí paramos con la línea. Si seguimos, llegaríamos a las preguntas primigenias del hombre que tanto se plantearon los filósofos desde el vamos.
El director británico Rupert Sanders nos entrega su versión de “Ghost in the Shell”, con Scarlett Johansson en el papel de la agente androide, líder del grupo de elite Sección 9.
Para muchos fanáticos del animé, el papel debía ser encarado por una actriz oriental. Pero no es ese el tema principal. Sanders ha creado una película visualmente impactante, que ha sabido nutrirse de las películas mencionadas más arriba, con un buen aderezo de la estética del videojuego, pero ha descuidado las cuestiones existenciales, el “karaku” del universo de “Ghost in the Shell”.
De esta forma, ha creado un paquete hermosísimo para una golosina poco sustanciosa.
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