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Se conocen como Marzo Paraguayo los sucesos ocurridos entre el martes 23 de ese mes de 1999, cuando asesinaron al vicepresidente de la República, doctor Luis María Argaña, y el domingo 28, día en que presentó renuncia el presidente, ingeniero Raúl Cubas Grau.
El viernes 26, en las plazas frente al Congreso, tuvo lugar la masacre de los jóvenes asesinados por francotiradores apostados en los altos del Correo y en el edificio Zodiac, en 14 de Mayo y El Paraguayo Independiente.
La tragedia se incubó en el fragor de la interna del Partido Colorado y en la puja por sus ambiciones de poder entre dos de los más connotados caudillos de la ANR: Luis María Argaña y Lino César Oviedo, militar que había tomado protagonismo político tras el golpe del 2 y 3 de febrero de 1989 que había acabado con la dictadura de Alfredo Stroessner.
El libro de Colmán Gutiérrez narra de manera sencilla pero muy efectiva todos los antecedentes lejanos y cercanos de aquel acontecimiento luctuoso. El autor no escatima detalles y hace una relación minuciosa del perfil de los principales protagonistas de aquella historia.
Aquel acontecimiento dejó nueve muertos y varias decenas de heridos. Luis María Argaña fue asesinado el martes 23; siete jóvenes cayeron por los balazos el viernes 26 y otro moriría más tarde por complicaciones de los golpes que había recibido en la dura represión policial contra los que se oponían al oviedismo.
En su relato, Andrés Colmán Gutiérrez recuerda los pasajes previos al desenlace. Así, rememora que diciembre de 1998 fue un mes particularmente violento en discursos y acciones políticas.
El 3 de diciembre, senadores y diputados oviedistas entregaron al presidente Cubas un comunicado en el que exigían la renuncia de los ministro de la Corte Suprema de Justicia que declararon inconstitucional el decreto de liberación de Oviedo, amenazando hacerles un juicio político.
El 22 de diciembre, los oviedistas realizaron una manifestación frente al Palacio de Justicia, que estuvo signado por la violencia. “Los seguidores de Oviedo no eran muchos, pero eran sumamente agresivos, arrojaban todo tipo de objetos y explotaban petardos contra la sede del Poder Judicial, circunstancias en que hirieron con una pedrada en el rostro al arzobispo emérito de Asunción, monseñor Ismael Rolón, en momentos en que el mismo salía del edificio, luego de recibir una condecoración por su lucha en defensa de los derechos humanos durante la dictadura. El incidente causó mucha conmoción, por afectar a una de las personalidades más admiradas y respetadas de la sociedad paraguaya”, expresa Colmán Gutiérrez.
El clima político empezó a volverse más violento. “Las amenazas de muerte a senadores, diputados y ministros de la Corte, expresadas por Oviedo y sus seguidores, dieron paso a las acciones terroristas de comandos paramilitares. Hubo múltiples atentados con armas de fuego o granadas contra las residencias de expresidentes de la República, parlamentarios y dirigentes políticos“, recuerda Milda Rivarola.