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León Ferrari, quien falleció a los 92 años, expuso sus obras en importantes museos del mundo. En su larga y prolífica carrera probó disciplinas muy distintas y realizó collages e ilustraciones de la Biblia, en los que mezcló la iconografía católica, la erótica oriental con imágenes contemporáneas.
En la memoria de los argentinos queda la sonada polémica que protagonizó en 2004 con el entonces arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, hoy convertido en el papa Francisco, por una muestra retrospectiva que la Iglesia Católica argentina atacó con dureza y consideró “blasfema”.
Ferrari no se quedó corto en su respuesta al entonces arzobispo y atacó a la Iglesia por los “delitos que cometió en Argentina y en otras partes”, aunque finalmente la exposición fue retirada antes de tiempo después de varios ataques violentos a la obra del artista.
En 2007, fue galardonado con el “León de Oro” en la Bienal de Arte de Venecia, y en 2010 fue distinguido con el Premio al Mejor Artista Internacional vivo por el conjunto de obras presentadas en la feria de arte contemporáneo de Madrid ARCO. El pasado año recibió el premio Konex de Brillante, uno de los más importantes de las artes en Argentina.
Nacido en 1920 en Buenos Aires, heredó el gusto por el arte de su padre, un artista italiano que se radicó en el país y trabajó en la reforma de varias iglesias locales.
Entre sus obras más reconocidas, “Homenaje a Vietnam” (1966), “Tucumán arde” (1968) y “Malvenido Rockefeller” (1969). En 1976, tras el golpe militar se exilió en Brasil y publicó “Nosotros no sabíamos“, una recopilación de noticias sobre la represión militar.
En Brasil, Ferrari se enteró de la desaparición de su hijo Ariel, que se había quedado en Argentina.
Regresó a Buenos Aires en 1991 y en 1996 ilustró una reedición del informe “Nunca Más”.
Su obra fue expuesta en museos importantes del mundo, desde el Moma de Nueva York, el Museo Reina Sofía de Madrid o la Pinacoteca de São Paulo.