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El autor del libro, José Arce Farina, se refiere a aspectos de “La revolución de 1936”.
-A su criterio, ¿el 17 de febrero fue un golpe de Estado o una revolución?
-Se puede considerar un proceso revolucionario a todo aquel que propugne cambios estructurales en los sistemas de Gobierno. Se puede producir una revolución a través de un movimiento armado, movilizaciones de masas, incluso por elecciones libres, tal es el caso de la Unidad Popular en Chile.
-¿Y qué buscó el movimiento de febrero?
-El Movimiento Febrerista atacó las bases del liberalismo económico, planteó la reforma agraria integral, avanzó con justicia en relación a los reclamos de la clase trabajadora, intentó superar el conservadurismo que por aquella época tenía una vigencia de 32 años, el cual, había sumido al Paraguay en la más espantosa pobreza.
-Esa experiencia revolucionaria duró poco más de un año. ¿Por qué cayó?
-Juan Stefanich ideó una estratagema para enviar a los comandos militares, en quienes se advertía un malestar por su exclusión sistemática de los asuntos de Estado, al Chaco, a fin de actuar ante una supuesta posible maniobra boliviana de reinicio de hostilidades.
-Y eso no era verdad…
-Dichos oficiales, al percatarse de que nada acontecía en el otrora Campo de Marte, reaccionan indignados por tal afrenta.
-¿Quién encabezó la reacción contra el Gobierno?
-El coronel Ramón L. Paredes fue el intérprete de los militares descontentos, que exigían que en tres días se presentara el presidente Franco a conferenciar en suelo chaqueño.
-¿Qué pasó?
-El tiempo se agotó y el ejército actuó aprovechando la realización del Congreso Eucarístico Nacional. Era tarde, y sin la más mínima defensa, el 13 de agosto de 1937, la Revolución de Febrero llegaba a su fin.
-Al analizar los efectos de la Revolución Febrerista, ¿cuáles fueron los de mayor impacto en los siguientes años?
-El ejército entrega la presidencia al académico liberal Félix Paiva; sin embargo, el germen de la llanura liberal estaba incubado. Paiva no pudo hacer absolutamente nada para frenar la aparición de un modelo autoritario que se inició con Estigarribia y que se volvería más complejo con Higinio Morínigo y más tarde con Alfredo Stroessner.
-Ahí también se engendraría el febrerismo como partido político.
-La experiencia del 36 dará forma a la Concentración Revolucionaria Febrerista y luego, en la década de 1950, al Partido Revolucionario Febrerista, nucleación que actuaría con éxito durante la dictadura stronista como espacio articulador de las fuerzas contrarias al dictador, bajo los principios de un “Acuerdo Nacional”.
-Pero aquel movimiento dejó otras herencias.
-Las reivindicaciones obreras, la memoria histórica, la lucha por la justicia social y los preceptos de la reforma agraria integral quizá sean los ejes cardinales que más impacto han producido en los últimos años del acontecer político.
-El gobierno de Franco aglutinó a varios sectores políticos disímiles, ¿por qué no pudo consolidar una sola agrupación política que lo sostuviera en el poder?
-Una revolución requiere de una herramienta política para su consolidación y vigencia en el tiempo. Se puede adoptar una ya existente, que mejor interprete la coyuntura, o bien iniciar el proceso de construcción de una nueva nucleación que profundice lo actuado. La historia demostró que la unión variopinta de partidos y movimientos solo es efectiva en la primera etapa de la conquista del poder político, por las mismas contradicciones que van presentándose en el proceso.
-¿Y qué hizo Franco?
-Desechó gradualmente al sector castrense, al Partido Nacional Republicano, a los sindicatos y optó por acercarse a elementos de la Liga Nacional Independiente, grupo minoritario, que fue ganando terreno e influenciando enormemente en las decisiones del presidente. Franco fue apartándose paulatinamente, divorciándose de los sectores mayoritarios que lo elevaron al cargo, “secuestrado” por una cúpula, que al final determinó su caída.
El autor
El autor del libro “La revolución de 1936”, José Gabriel Arce Farina, nació en Asunción, en 1978. Es licenciado en Historia por la Universidad Nacional de Asunción y especialista en docencia de la Educación Superior por la Universidad Católica Nuestra Señora de la Asunción.
Es director general del Colegio Nacional de la Capital; fue coordinador pedagógico en el Ignacio de Loyola, vicedirector de secundaria en el Internacional.