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Así inicia la historiadora Ana Barreto uno de los capítulos de su libro “Las mujeres”, séptimo título de la Colección “A 150 años de la Guerra Grande”, que aparecerá el domingo 20 con el ejemplar de nuestro diario. El tema de las Residentas ha despertado curiosidades y polémicas en los que abundaron los elementos políticos.
Más allá de la valoración de sus virtudes (y más allá de comprender el origen del término, que la historiadora Beatriz Rodríguez Alcalá atribuye a un “vicio gramatical” que feminiza el sustantivo masculino “residente”) –dice Ana Barreto en esta obra editada por ABC Color y El Lector–, es necesario comprender el proceso socioeconómico que, en una economía de guerra, derivó en la formación de una suerte de “soldado agrícola”, que fue la mujer de la residenta.
En ese sentido, es importante partir de la idea de que, con la movilización general de varones decretada en 1866, las mujeres comenzaron a desempeñar roles que, si bien no les eran desconocidos, les significaron actividades adicionales a las del cuidado, por ejemplo, el comercio y los negocios con el Estado.
Afirma, asimismo, la autora que, igualmente, aún cuando históricamente la mujer en el Paraguay desempeñó roles agrícolas, el crecimiento de las exigencias de alimentación durante la guerra también aumentó la carga laboral sobre las mujeres agricultoras, ya que se debía aumentar constantemente el volumen de producción de alimentos para las tropas, sin descuidar el alimento doméstico.
Con la presión militar aliada en el sur, especialmente después de la derrota de Lomas Valentinas, comenzó también un proceso de reordenamiento demográfico y territorial tendiente, por una parte, a impedir que los aliados aprovecharan los campos cultivables mediante la política de tierra arrasada, y capturaran a la población; y por otra, a disponer que la población se moviera hacia zonas cultivables para generar más recursos alimentarios.
El núcleo fundamental de concentración de estas poblaciones desplazadas fue Cordillera, en la misma región en la que se encontraba el campamento militar más importante de la campaña de la Cordillera: Azcurra.