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Es reconfortante comprobar que en Asunción hay público para todo, y esta fiebre de shows está demostrando eso. Es cierto que no somos muchos los paraguayos, pero efectivamente a todos no nos gusta la misma cosa y es importante que los productores reconozcan la diversidad del mercado. Hay público para todo y la gente asiste cuando se trata de buenas propuestas. Turunen vino acompañada de una buena banda y ofreció un show de más de una hora y media que encantó al público que asistió al BCP.
Una música que se nutre de sonidos barrocos, de metal clásico, algo gótico –principalmente en el aspecto– y hasta de new age y pop. Todo esto en un carro llevado por la alta voz de Turunen, secundada por una banda en la que sobresalen el tecladista Christian Kretschmar, el baterista Mike Terrana, que hacía vibrar el pedal del bombo con mucha potencia y el cellista Max Lilja. La banda se completa con el guitarrista Alex Scholpp, que no tuvo muchos solos, y el bajista Kevin Chown.
Turunen respondió positivamente al entusiasmo del público. Se comunicó con la gente en un correcto castellano y expresó toda su alegría. Prometió volver al país pronto.
Antes de su actuación se presentó la banda local Mythika, cerca de las 21:30. Ellos tocaron temas propios, la mayoría en inglés. Un cuarteto que tiene un sonido propio del metal de inicios de los ochenta, con un vocalista con una voz grave, Julio Franco.
La banda suena muy bien, aunque no es novedosa. Es el síntoma de estos tiempos en que en el rock escasean los sonidos nuevos. Las bandas actuales suenan a otras que ya vimos en épocas pasadas.
Entre sus temas destacamos “La amarga plegaria”, basado en un poema de Manuel Ortiz Guerrero.
sferreira@abc.com.py