"La niña que perdí en el circo" es la próxima novela

El domingo 30 de octubre aparecerá el cuarto volumen de la Biblioteca de Obras Selectas de Autores Paraguayos.

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Se trata de "La niña que perdí en el circo", de la inolvidable Raquel Saguier, uno de los libros más exquisitos que se hayan dado en el ámbito de las letras de nuestro país.La obra, en edición especial de Servilibro para esta Biblioteca, aparecerá con el ejemplar de ABC Color al precio conjunto de 20.000 guaraníes incluyendo el diario.

Publicada originalmente en 1987, "La niña que perdí en el circo" fue la primera novela de Raquel y la que la guió decididamente hacia el camino que la llevó a convertirse en una de las más importantes escritoras de la literatura paraguaya. Este libro tuvo ya varias reediciones.   

Raquel Saguier, nacida en Asunción en 1940 y fallecida en la misma capital el 21 de noviembre de 2007, fue una de las novelistas paraguayas contemporáneas más trascendentes.   

"La niña que perdí en el circo" es una de las primeras novelas paraguayas en las que se pone énfasis en la educación de la mujer, a veces en tono existencialista.

Y desde esa subjetividad se parte hacia una concienciación del personaje y de la propia escritora. El cuestionamiento de la sociedad no viene determinado por los procesos externos, sino desde la búsqueda de la esencia individual de la protagonista.   

En el prólogo de una de las ediciones anteriores de esta obra, el gran poeta Jacobo Rauskin, Premio Nacional de Literatura 2007, señalaba que los episodios de "La niña que perdí en el circo" parecen estar enlazados no tan solo por los eslabones de la narración sino también por los de la naturaleza simbiótica del lenguaje empleado; pareciera que estas páginas estuviesen ligadas, más aún, soldadas por la llama de un conjuro.   

De acuerdo con Rauskin, el conjuro se resume en apenas unas líneas: "Una mujer adulta convoca a la niña que ella fue, la niña aparece. Los conflictos de la mujer adulta, sus no-conflictos, en suma, las experiencias de su vida actual, ceden, retroceden ante la aparición de la gran negadora de los años, la infancia aún sentida y vivida en el último santuario posible, la poesía".
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