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José Eduvigis Díaz nació en Pirayú y llegó a general a los 32 años. El 22 de setiembre de 1866 lideró la batalla de Curupayty, donde el ejército aliado fue derrotado.
El 26 de enero de 1867, abordó una canoa para aproximarse hasta donde se encontraban los acorazados de la escuadra imperial. Le acompañaban algunos asistentes y soldados que echaron anclas y arrojaron las liñadas de pesca como para denotar que este era el único cometido que los había llevado a dicho lugar. Uno de los acorazados les disparó un cañonazo. El proyectil rebotó sobre el agua, a unos treinta metros de donde se encontraba la canoa paraguaya para estrellarse finalmente sobre la frágil embarcación. Dos de los bogavantes murieron en el acto. Díaz resultó herido en una pierna.
“Rescatado del agua por un indígena pajagua de nombre Koatí, fue instalado en el campamento. El propio Díaz redactó un telegrama para el Mariscal. El vencedor de Curupayty le solicitaba le hiciera amputar la pierna porque la tenía completamente destrozada”, señala Jorge Rubiani, uno de los responsables de esta colección de historietas dedicada a la historia paraguaya, y que se publica todos los jueves acompañando la edición de ABC.
El doctor Frederick Skiner, “el más reputado de los cirujanos de la sanidad militar” fue enviado inmediatamente desde el hospital de Paso Puku. El herido había perdido mucha sangre y se imponía la amputación ante el peligro de una gangrena”.
La operación no fue suficiente. El joven general expiró a las 4:45 de la tarde del 7 de Febrero de 1867. Al conocer la noticia, el Mariscal López ordenó le fueran colocadas sobre el pecho todas sus condecoraciones.