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Esta edición aparecerá con el ejemplar de nuestro periódico el domingo 22, al precio de 20.000 guaraníes, diario más libro.
Gabriel Casaccia es considerado el padre de la novelística moderna en el Paraguay, tal como lo ha reconocido en su momento el propio Augusto Roa Bastos, y su obra ha sido esencial para el posterior desarrollo de la narrativa en nuestro país.
De acuerdo con Juan Bautista Rivarola Matto, a partir de la publicación de su libro de cuentos “El guajhú” Casaccia encontró definitivamente su lenguaje y se afirmó en su misión de escritor.
Gabriel Casaccia instaló un lenguaje que reproducía el habla de la gente y “acercó” su obra al lector, que se reconoció más directamente en las novelas de este autor, que en sus obras también jugó mucho con el escenario (Areguá, fundamentalmente en varias de sus novelas principales).
“Es una ruptura con el Paraguay idealizado y la búsqueda de sus verdades esenciales en el alma de los paraguayos”, sostiene Juan Bautista Rivarola Matto en el prólogo de una edición anterior de “La llaga”, la que lanzó la mítica editorial NAPA en el mes de enero de 1981.
Esta novela que presentan ABC Color y El Lector fue publicada originalmente en Buenos Aires en 1964, y si bien no causó el impacto que sí ocasionó “La babosa” doce años antes, despertó reacciones tales como la de Josefina Plá, quien señaló al respecto: “Nos hacen falta muchas novelas como esta, descarnadas, acusadoras, revulsivas”.
En “La llaga” Casaccia narra una historia que tiene como marco histórico el gobierno dictatorial del general Raimundo Alsina, quien cumplía diez años en el poder (los mismos años en el poder que cumplía entonces en la vida real del Paraguay el general Alfredo Stroessner). La obra toma una historia íntima que tiene fuerte asidero en la realidad paraguaya de aquel momento, aquel año de 1964.
“La llaga” es una metáfora que apuntaba al régimen que imperaba en nuestro país a partir de un personaje tan casacciano, Atilio Cantero, lleno de incertidumbres, inseguridades y complejos.
De acuerdo con lo que señala Juan Bautista Rivarola Matto en el prólogo, “La llaga”, que se lee con facilidad y sostenido interés “porque Casaccia es un admirable narrador, no está escrita, sin embargo, para gustar sino para conmover, para comprender”.
Esta novela no causó indignación en los estamentos sociales “altos” tal como ocurrió con “La babosa” quizá porque el público ya conocía a Casaccia y sabía cómo pensaba y, sobre todo, cómo escribía y a dónde apuntaban sus escritos.
Gabriel Casaccia es uno de los valores sustanciales de la literatura de nuestro país y su contribución ha sido enorme para que las letras paraguayas pudieran tener una proyección universal. Esta edición de “La llaga” permitirá especialmente a los jóvenes un acercamiento a su obra, su estilo y su pensamiento.