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Unos minutos antes de lo previsto, puntualmente a las 21:20, José Luis Perales salió a escena cantando “Me llamas”, mientras muchos seguían buscando y acomodándose en sus asientos.
Junto a siete músicos en escena y un colorido juego de luces, Perales siguió entregando canciones como “Quisiera decir tu nombre” y “Por si las musas”, precedidas por breves historias sobre cada una de ellas.
Luego de interpretar “Cómo duele el aire”, saludó al público haciendo mención a los 18 años que pasaron desde su última visita a Paraguay: “Hace mucho que no nos vemos. Es que soy bastante perezoso para hacer giras. Después de tantos años encontrar esta calidez me emociona”, dijo, encendiendo la ovación de los presentes.
“Amada mía” y “Le llamaban loca” también estuvieron presentes en el repertorio, mientras el artista comentaba acerca de su timidez y de cómo un productor discográfico lo animó a convertirse en cantante. “Mi único bagaje eran mis canciones”, comentó Perales.
Parte de esta timidez se sigue viendo en escena, pero el español la compensa conversando animadamente con el público, recordando además a sus compañías de la niñez: la poesía, la naturaleza y su guitarra.
Perales también aprovechó para cantar el “Cumpleaños feliz” a uno de sus guitarristas y a recordar con orgullo su faceta de abuelo antes de cantar “Canción para Manuela”, un tema que compuso para su nieta y que forma parte de su último material discográfico, “Calle Soledad”.
En el repertorio no faltaron los temas “El amor” y la clásica “¿Y cómo es él?”, mientras la gente pedía efusivamente el bis, que llegó con “Te quiero”.
Al grito de “velero... velero” llegó la despedida con “Un velero llamado Libertad”, ya con todas las personas coreando de pie.
En casi dos horas, Perales demostró con sencillez y honestidad que lo único que necesita como equipaje son sus canciones, la poesía que en ellas plasma y su voz que se mantiene a pesar de los años.
malonso@abc.com.py