Jornada entre arpas y The Ocean Blue en San Jerónimo

Familias enteras aprovecharon el feriado largo y el “Arpapu rory” para visitar el barrio San Jerónimo. Entre los visitantes se encontraban los miembros del grupo estadounidense The Ocean Blue, quienes quedaron cautivados por el sonido del arpa paraguaya, según comentó Annabel Pitaud de Britnoise.

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El festejo del Día del Arpa Paraguaya se convirtió en una verdadera fiesta, con cientos de personas que se abocaron a disfrutar del espectáculo realizado en el barrio turístico.

Los alumnos de Marcos Lucena, del Conservatorio de Música de Luque; Rito Pedersen, los alumnos de la escuela Luis Bordón de Arpa Róga; Nicolasito Caballero y otros artistas se dieron cita frente al Cocido Literario, donde ofrecieron una tarde a pura música.

Durante el “arpapu rory”, también se procedió a la donación del primer arpa profesional de Nicolás Caballero y una llave de arpa paraguaya antigua, que formarán parte del acervo del futuro Museo del Arpa Paraguaya.

Entre los asistentes a la presentación se encontraban los integrantes de la agrupación musical estadounidense The Ocean Blue, que en la madrugada del domingo ofrecieron un concierto en Casco Antiguo, de Asunción.

Annabel Pitaud, del blog Britnoise, que organizó el concierto junto con la productora G5Pro, comentó que los músicos quedaron cautivados por el sonido del arpa, en especial cuando escucharon la música “Tren lechero”. “Les gustó muchísimo. Los cuatro estaban filmando y quedaron muy interesados en todo lo que es el arpa paraguaya”, comentó a ABC Color.

David Schelzel, Oed Ronne, Bobby Mittan y Peter Anderson también recorrieron los callejones del barrio, subieron al mirador y quedaron impresionados por el colorido, según Pitaud.

Los artistas recorrieron igualmente el museo etnográfico Guido Boggiani, en San Lorenzo. Allí demostraron su interés en las casas de estilo colonial, la cultura de los guaraníes y los instrumentos musicales elaborados por los nativos. En el patio del museo, al que describieron como una selva, quedaron cautivados por un gran árbol de samu’û o palo borracho. “Decían que parecía salido de un libro de Dr. Seuss. Les gustó muchísimo”, recordó Annabel.

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