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Según expresa en el prólogo de la obra el historiador Herib Caballero Campos, el autor logra reconstruir el ríspido contexto en que se encontraba el Paraguay en aquel verano de 1989, y en el cual había voces que anunciaban que algo sucedería.
Y, efectivamente, en la noche del jueves 2 de febrero de 1989 las tropas del poderoso I Cuerpo de Ejército, bajo el mando del general Andrés Rodríguez, consuegro de Stroessner y el militar más poderoso del país después del propio Presidente, se dirigieron rumbo a la capital con el fin de arrestar al dictador.
Es así como el relato de Alcibiades va reconstruyendo lo acaecido en aquella larga noche. A pesar de la resistencia, finalmente en la madrugada del 3 de febrero el general Alfredo Stroessner presentó su renuncia al cargo de Presidente de la República, para el cual había sido reelegido en febrero de 1988.
El 3 de febrero de 1989 es una fecha que quedará marcada indeleblemente en la historia paraguaya, y Alcibiades González logra una magnifica descripción que permitirá a las nuevas generaciones comprender en su real magnitud los cambios que se sucedieron en el Paraguay a partir de dicha fecha.
Del rumor al golpe
Alcibiades, periodista, dramaturgo, narrador y cronista de nuestra historia, recuerda que unos días antes del 2 de febrero de 1989 el país se llenó de comentarios acerca de un posible golpe de Estado comandado desde la Caballería.
De rumores de golpe está repleta nuestra historia política, de modo que lo de la Caballería no lo creyó ni el mismo Stroessner, a quien su más poderoso entorno le insistía en que tomase medidas ante la inminente acción militar.
Fue llamativo –dice Alcibiades– este descreimiento del dictador, pues vivía obsesionado por las conspiraciones, generalmente ficticias. La única vez que tuvieron proporciones serias y realizables, él cerró ojos y oídos.
Los antecedentes del 2 y 3 de febrero son muchos. No solo se encuentran en los intentos de sublevación, organizados dentro y fuera del país, sino en los mismos actos de la dictadura, en sus atropellos a los derechos humanos, en los ejemplos constantes de arbitrariedad y corrupción.
Estos hechos están distribuidos a lo largo de más de tres décadas de Gobierno. En silencio venían envenenando de odio a una población que no podía salir a la calle a expresar su indignación.