Historia de paraguayos que lucharon contra su patria

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El siguiente volumen de la colección “A 150 años de la Guerra Grande” trata de uno de los procesos más dolorosos de nuestra historia, la de los paraguayos que lucharon contra su patria en aquella contienda.

“Los legionarios” es el libro de la historiadora Beatriz González de Bosio, que aparecerá el domingo 6 con el ejemplar de nuestro diario y que constituye una visión –desprovista de todo apasionamiento– sobre quiénes fueron los legionarios, por qué actuaron como lo hicieron y cómo se integraron al Paraguay después de la hecatombe del 70.

La Asociación Paraguaya, creada en noviembre de 1865 por los exiliados paraguayos en Buenos Aires, y que originaría luego a los legionarios combatientes, tuvo corta vida como tal.

Los conflictos internos que pronto se crearon –describe Beatriz González de Bosio en su libro– impidieron la adopción de unos estatutos, aunque su comisión directiva tuvo alguna influencia para convencer a los argentinos de que presentaran la guerra como una lucha contra López y no como una guerra de conquista contra el Paraguay.

Al informar a los gobiernos brasileño y argentino de su existencia, la Asociación propuso reunir un ejército de 2.000 paraguayos para luchar al lado de los aliados; la cifra da una idea aproximada del número de exiliados. Al formarse, la asociación quiso ser reconocida como el gobierno legítimo del Paraguay y firmar un tratado de alianza con Brasil.

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El ministro brasileño en Buenos Aires, Felipe José Pereira Leal, Barón de Maracaju, alentó a los paraguayos, quienes nombraron comandante de la proyectada legión a Fernando Iturburu, con Juan Francisco Decoud, como lugarteniente.

Brasil no los apoyó

En busca de fondos y de reconocimiento, la comisión directiva envió a sus representantes a Río de Janeiro, donde cosecharon un completo fracaso. El Imperio estaba dispuesto a aceptar voluntarios paraguayos en su ejército, pero no quería que ninguna legión paraguaya le complicase las cosas durante la guerra y después de ella. Rechazada por Brasil, la Asociación recurrió a la Argentina, que mantuvo la neutralidad hasta abril de 1865.

Cuando López comenzó su invasión a Argentina, la Asociación ofreció inmediatamente “reunir una legión de paraguayos que, enarbolando su propia bandera, pedirán al general en Jefe del Ejército que se les permita encabezar el ataque”.

El presidente Bartolomé Mitre y su ministro de Guerra Juan A. Gelly y Obes (hijo del paraguayo Juan Andrés Gelly, gran colaborador de Carlos Antonio López), aceptaron gustosos la proposición paraguaya y autorizaron a la Asociación a organizar una legión para luchar al lado del ejército argentino.

Los primeros de este grupo ayudaron a convencer al teniente coronel Antonio Estigarribia a que se rindiera en Uruguayana en setiembre de 1865. La pérdida del ejército de Estigarribia fue un duro golpe para López.