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En el año 2010, el fotógrafo argentino Gustavo Di Mario llegó a Paraguay para realizar una residencia artística con la Fundación Migliorisi. En uno de sus primeros días, viajó a Ypacaraí donde averiguó si había algún fotógrafo y allí se encontró con el nombre de Tiburcio González Rojas.
“Me contaron de él, pero no lo vi. Otro día volví y me encontré con su hijo Hugo, me empezó a contar del estado de los negativos”, agregó Di Mario, señalando que casi intuitivamente se propuso recuperarlos.
Trasladó a Buenos Aires unos 3.000 negativos y sumó al trabajo a Virginia Giannoni, con quien comparte la curaduría de esta muestra. “Me llevó seis años escanear y básicamente descubrir a un maestro de la fotografía que no era conocido”, añadió Di Mario.
Grupos de amigos, parejas, mujeres en traje de baño, serenatas, casamientos, procesiones, un accidente de tránsito y hasta funerales forman parte del amplio registro realizado por González en Ypacaraí, Pirayú y otras localidades.
La muestra tuvo un primer paso por el festival Buenos Aires Foto, donde obtuvo un importante destaque de la crítica y atrajo el interés de algunos coleccionistas. El siguiente espacio fue el Centro Cultural de la Villa 21-24 de Barracas, atendiendo a la gran cantidad de compatriotas en la zona. “Aparecía gente diciendo ‘esta es mi tía, este es mi abuelo’. Empezaban a encontrar a la familia, esa es la idea. Tiburcio estuvo en la presentación en Barracas y pasó que había gente que lo conocía, vinieron unos parientes de La Plata que se enteraron que estaba y lo vinieron a ver. Aparece el encuentro alrededor de esto”, destacó Giannoni.
La muestra, que estará habilitada hasta el 10 de noviembre, presentará además las antiguas cámaras de González y una proyección con fotografías inéditas.
Di Mario sostuvo además que ve a González como “un salvaje de la profesión”, recordando que el mismo recorría los pueblos con su moto y luego con una camioneta, en la que montó un pequeño laboratorio para revelar en el momento sus fotos.
Giannoni mencionó que la idea de esta muestra es hacer como un paneo del trabajo de González, pero subrayó que hay material como para hacer otras diez exposiciones.
“Me he enamorado hasta hoy de las facciones de las personas. Cada foto es un viaje, una sensación, un lugar, son vidas”, acotó Di Mario y dijo que el impacto que le provoca cada una va mutando con el tiempo.