González Delvalle trata el tema de San Fernando

El 28 de marzo de 1868, el Mariscal López y su ejército cruzaron de nuevo el río Paraguay desde el Chaco para establecerse en San Fernando, sobre el río Tebicuary, a casi 10 kilómetros de su desembocadura del río Paraguay. Allí ocurriría una tragedia, narrada ahora en un libro imperdible.

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El libro de referencia es “San Fernando”, de Alcibiades González Delvalle, y aparecerá mañana con el ejemplar de nuestro diario como volumen número trece de la Colección “A 150 años de la Guerra Grande”, de ABC Color y la editorial El Lector.

San Fernando fue el escenario de los procesos que acabaron con la vida de un número impreciso –se habla de alrededor de 600– de personas encumbradas o anónimas que, culpables o inocentes, integraron la lista negra de Francisco Solano López y de los fiscales de sangre, a causa de una conspiración.

Uno de esos fiscales de sangre fue el padre Fidel Maíz, quien en sus memorias, rememora: “Qué de recuerdos tan tristes y luctuosos despierta aquel lugar. Allí se iniciaron los procesos sobre la funesta gran conspiración, queriendo la fatalidad que yo formase parte de una de las varias comisiones establecidas para el enjuiciamiento de los reos complicados en aquel crimen”.

Dice González Delvalle en su obra que López no perdonó ni la más mínima sospecha acerca de la posibilidad de una traición a la patria. Le enojaba terriblemente el contraste entre el soldado que daba su vida por la patria y los personajes, incluso miembros de su familia, involucrados en una conspiración para acabar con el Mariscal y negociar el fin de la guerra con los invasores.

El coronel Germán Serrano apuró el castigo del propio hermano del Mariscal, Benigno López, al denunciarlo tras haber supuestamente escuchado una conversación entre este y el presunto hombre designado para ultimar de una cuchillada a Francisco Solano.

Benigno López Carrillo, quien según varios de sus biógrafos nunca tuvo buenas relaciones con Francisco, fue brutalmente torturado a tal punto de dar varios nombres de otros conspiradores.

Otra de las víctimas notables de los procesos de San Fernando fue el canciller José Berges, uno de los hombres más ilustrados del país, y con frecuencia señalado como sucesor de Carlos Antonio López de no haber mediado la irrupción de su hijo. Fue fusilado el 21 de diciembre de 1868, pocas horas antes de librarse la batalla de Lomas Valentinas.

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