Cargando...
“Hay en el libro demasiada ternura, si no conociéramos a Gladys y no supiéramos que ella es pura ternura; que esa dulzura es su acento y de sus imágenes no es sacarina de recetario, sino auténtica miel de las entretelas del corazón”. Así la había descripto en una oportunidad Josefina Plá a Gladys Carmagnola.
La poetisa tomaba muy en serio escribir para los niños. “Es un gran compromiso y mi singular orgullo”, había señalado.
Hasta María Elena Walsh había llegado la obra de Carmagnola, quien había elogiado la belleza y la claridad literaria de su obra “Piolín”, lanzado en 1979.
Obtuvo el Premio Municipal de Literatura en 1996, Mención de Honor en el Premio Nacional de Literatura en 1995, y el Premio (único) de Poesía del Instituto Cultural Paraguayo-Alemán por su obra “Depositaria infiel”, en 1992. También fue premiada con la “Fiambrera de Plata” del Ateneo Casablanca de Córdoba, España, en 1989.
Carmagnola empezó a publicar sus libros en los años sesenta. “Ojos negros” se denominaba su primer libro, aparecido en 1965. José Luis Appleyard opinaba que la poesía de la entonces joven autora “nace bajo el signo de lo auténtico, de aquello que sale directamente del corazón”. También en su poesía adulta conservaba siempre su espontaneidad y su frescura, según señalaba el libro “Historia de la literatura paraguaya”, de Hugo Rodríguez Alcalá.
Algunas de sus obras son “Lazo esencial”, 1982; “A la intemperie”, 1984; “Igual que en las capueras”, 1989; “Depositaria infiel”, 1992; “Un sorbo de agua fresca”, 1995; “Territorio esmeralda”, 1997, y “Un verdadero hogar”, 1998. En 2012 lanzó “Travesía”, en el que recreaba recuerdos de la infancia, vividos junto con su hermano Carlos, cuando iniciaban su amor por la literatura.
Los restos de Gladys Carmognola son velados en Portal La Piedad (Sacramento c/ Walt Disney).