Fue una guerra civil de ribetes cautivantes

Ricardo Caballero Aquino, un investigador que ha dado ya obras importantes a la historiografía nacional, nos presentará el domingo 24, con el ejemplar de nuestro diario, uno de sus mejores trabajos: el libro “La guerra civil de 1922”, décimo título de la Colección Guerras y violencia política en el Paraguay, de ABC Color y El Lector.

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–¿La toma de Ka’i Puente fue casi automática?

–No, todavía quedaban luchas y municiones que agotar. El Gobierno montaba sus cañones en vagones ferroviarios y el más temible de todos era un Vickers de 215 mm, conocido como “El abuelo”. Cada vez que se lo usaba causaba tanto estupor entre los rebeldes que muchos aprovechaban para desertar.

Para más, el coronel revolucionario Adolfo Chirife había cubierto de minas el exterior de las trincheras y acá apareció un personaje enigmático, alemán o inglés, que solo es mencionado como el Condestable Brandan.

–¿Quién era ese?

–Era un eximio artillero, capaz incluso de realizar trabajos de barreminas y junto con el jefe liberal Pacífico de Vargas hostigaba a los rebeldes con una puntería envidiable. Sacadas las minas de en medio, el asalto a las trincheras fue llevado a cabo por el mayor Sánchez y Manuel Caballero y luego de encarnizada lucha, Ka’i Puente fue tomado y con él el archivo del coronel Chirife donde se pudo identificar a todos quienes lo apoyaban sin estar en el frente.

–¿Y ahí terminó la aventura rebelde?

–Increíblemente no. Derrotadas y dispersadas las fuerzas revolucionarias, las tropas leales fallaron al no perseguir y aniquilar la capacidad combativa de la rebelión. Arturo Bray culpa directamente a la desidia de Estigarribia, aunque, apenas como mayor del ejército, el futuro mariscal no tenía el mando suficiente para asumir toda la responsabilidad.

–¿Qué pasó entonces?

–Por un momento a los rebeldes en desbandada se les ocurre la idea de tomar la desguarnecida capital. El Gobierno nunca tuvo suficientes soldados para combatir simultáneamente en el interior y también defender la capital. Era lo uno o lo otro.

–¿Cómo transcurren los meses siguientes?

–Los rebeldes se refugian en el Alto Paraná, pierden el control de las vías y se gradúan de asaltantes sorpresivos de estancias y ciudades. Toman Villarrica dos veces en una semana y eso preocupa a las autoridades. Eusebio Ayala parecía carecer de la capacidad combatiente para aniquilar a la rebelión, por eso lo cambian y ponen a Eligio Ayala en la presidencia, y los gubernistas ganan en ímpetu.
Y también les ayuda la suerte.

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