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Así al menos es como le hubiera gustado que se llevara a cabo un proyecto sobre su figura al propio Davis, apuntó Cheadle durante la presentación en Los Ángeles (California) del filme.
Y para conseguirlo contó desde el principio con el apoyo y el beneplácito de la familia del genio del jazz, fallecido en 1991 a los 65 años y autor de joyas como “Kind of Blue“, “Sketches of Spain” y “Bitches Brew”.
De hecho, en 2006, cuando Davis entró de forma póstuma en el Salón de la Fama del Rock and Roll, su sobrino Vince Wilburn anunció que Cheadle sería el tipo perfecto para interpretar a su tío en el cine.
Aceptada esa responsabilidad, Cheadle, un enorme fan de la música de Davis, se embarcó en el proyecto, apostó por su propia visión de la historia y decidió asumir el mando en todos los frentes posibles.
“No quería hacer la típica historia sobre una personalidad histórica”, confesó. “Aposté por crear una narrativa donde se sintieran la energía y la creatividad de la mente de Miles y que fuera similar a una composición. No quería rodar un programa didáctico con trozos de su vida”, indicó.
El resultado es la ópera prima de Cheadle como director, un trabajo que, efectivamente, huye de los estereotipos de las biografías y del que también es responsable como actor protagonista.
“A cada paso que daba, el miedo me acompañaba”, concedió Cheadle. “Sabía que cualquiera de esas facetas ya de por sí me iba a exigir un reto tremendo. Traté de buscar a otras personas para que me ayudaran, pero todos me dijeron que era mi proyecto y que yo debía hacerlo. Así que lo hice”, manifestó.
La historia gira en torno a la situación personal del músico en 1979, un periodo de sequía artística en Davis, muy diezmado físicamente, envuelto en problemas con el alcohol y las drogas y atormentado por los recuerdos de su matrimonio con la bailarina Frances Taylor.