Facundo Arana: un actor que vive de sus sueños

Una larga y distendida charla donde recorrió sus memorias, desde sus inicios, fue lo que ofreció el reconocido actor argentino Facundo Arana, el pasado jueves ante un auditorio casi lleno de estudiantes de actuación y público en general en la Embajada Argentina.

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Esta charla se realizó en el marco de una serie de encuentros con invitados internacionales que ofrecerá todo el año el Taller Integral de Actuación (TIA), en conmemoración de su décimo aniversario de creación.

Además, el actor se encuentra en Paraguay presentando la obra “Cartas de amor”, que protagoniza junto a Soledad Silveyra, cuyas funciones siguen hoy a las 21:00 y mañana a las 20:00 en el Banco Central del Paraguay.

No soltar los sueños

Más a modo de conversación que de entrevista, y guiado por la actriz y docente Marlene Sautu, la charla llegó casi a la hora y media, dado que Arana se mostró muy entregado al público. El protagonista de novelas como “Chiquititas”, “Muñeca Brava” y “Padre coraje”, empezó diciendo que lo que le da vida y le mueve es que haya “una historia para contar”.

“El artista no piensa: 'voy a filmar una película en Hollywood y voy a ganar un Óscar'”, afirmó el actor, para quien un día todo se trató de sencillamente darse cuenta de que pertenece al mundo del arte. “No puedo hacer otra cosa porque cualquier otra cosa va a ser tiempo que me quede hasta la muerte, y esto es lo que me hace vivir”, dijo por la actuación.

Hizo mucho énfasis además en no soltar los sueños, porque “si se suelta con la misma inocencia con la que ese sueño nos hizo vibrar, se convierte en una frustración. Ser artista es un sueño pero en realidad es un hecho, porque cuando uno sueña con ser artista uno ya es un artista”, reflexionó.

“Si el sueño es real uno no puede hacer otra cosa que permanecer leal a ese sueño, entonces no tengan miedo porque ninguno de ustedes pensó en hacerse millonario y comprarse la casa de sus sueños siendo artista, ustedes lo que soñaron es ser artistas. El artista puede comer pan con una sonrisa, mientras que el gran millonario va a comer todo y va a tener los autos y las mansiones y tal vez no tenga una sonrisa como la que el artista tiene”, manifestó.

En el recorrido de prensa que realizó estos días, promocionando la obra, recordó hablar con una periodista que le comentó sobre un cantante de reguetón que hizo esperar dos horas a su público, y que este mismo dijo que la gente solamente espere. “Ese no es un artista, es un oportunista”, exclamó Arana. “Y la persona que está detrás de ese cantante está totalmente disociado porque un artista jamás haría eso. Ahí hay una persona que tiene un gran problema y un productor que no supo darse cuenta”, dijo, porque para él ser artista significa “levantarse muy temprano, hacer grabaciones, prepararse para una obra a riesgo de actuar para cinco personas en una sala enorme y tener que hacer la mejor función de tu vida”.

El arte a temprana edad

Facundo recordó sus eventos importantes con suma puntería, pues especificó que fue a los 13 años, yendo en auto con su padre, cuando escuchó en la radio una canción con un solo de saxo que lo cautivó. Allí dijo que quería ser saxofonista. A los 15, sin embargo, fue cuando un amigo lo llevó a una clase de teatro a la que se resistía a ir. “Dos meses tardó en convencerme y fui de muy mala gana. Pero recuerdo entrar y que estaba todo oscuro, y fue en un segundo en el que dije yo quiero ser actor, quiero contar una historia y poder expresarme arriba de un escenario”.

La importancia del maestro

A lo largo de su vida y de su carrera, Arana conoció mucha gente, entre profesores y colegas. Pero pudo darse cuenta, entre clases y clases, que “el docente de teatro enseña mucho más que cómo pararte o cómo proyectar la voz. Te enseña a no llorar de desesperación, a no morirte de ganas, a no frustrarte por el sueño no cumplido, te enseña a que este momento en el que estamos hablando de arte es el momento más importante de tu vida”, remarcó.

Asimismo confirmó que a un artista “siempre se la abren las puertas”, porque el arte enseña “a estar despiertos”. “Sea lo que sea que uno agarre uno va a hacer que sea su muestra de arte. Así que cada día sea una experiencia, incluso los días de aburrimiento”, dijo recordando lo que aprendió trabajando con personas como Natalia Oreiro, Nancy Dupláa, China Zorilla y su “gran maestra” Betiana Blum.

Acerca de la enseñanza, Arana señaló que él “preferiría que los maestros fueran menos y tuvieran más alumnos”, pero que los maestros deben ser personas “que saben, que van viendo, porque es una responsabilidad muy grande la docencia”. Justamente él tuvo una mala experiencia donde casi le “matan” a su artista, porque el docente le gritó en clase. Enseñar “es una responsabilidad muy grande que requiere amor, respeto y preparación. No todo el mundo que sabe hacer algo es necesariamente un buen docente”, sentenció.

Paraguay: un país muy cordial

Arana recordó que no fue hace mucho que empezó a venir a nuestro país, ya que estuvo aquí por primera vez en 2015, siendo esta su cuarta vez en Paraguay. Además de destacar a los artistas y al talento de nuestra tierra, expresó su sorpresa porque vio de primera mano “cómo acá son tan generosos”. Comparó a nuestro país con un agujero muy chiquitito, al que si se le hiciera una radiografía se podría ver “un hormiguero, una ciudad en ebullición”.

Resaltó también que aquí hay un “reconocimiento por la tierra, por la historia, por el folklore”, rememorando así cuando le tocó compartir escenario con Purahéi Soul en un festival en Ushuaia. “Son arte en ebullición a punto de explotar. Los veo tan preparados”, afirmó sobre estos y otros artistas paraguayos que tuvo la oportunidad de conocer.

Hollywood

Con mucha firmeza admitió también que él no desea llegar a Hollywood. “No pienso en Hollywood porque no me imaginaba tener la posibilidad de tener un escenario, entonces ¿qué yo haría en Hollywood?”, se preguntó, pero dijo que cada uno debe buscar lo que siente que quiere hacer, y destacó a colegas como Eva de Dominici y Joaquín Furriel que sí buscan abrirse paso en dicha industria, y están realmente trabajando por ello.

En dicho sentido puso en resalto lo bueno de reconocerse entre colegas, porque “si uno tiene que trabajar la envidia y es artista, entonces hay algo ahí que no está andando”. “Si gracias a Dios la envidia no había aparecido, podemos decir bueno, tal vez puedo estar parado en este lugar y no aspirar a más de lo que el arte tiene para mí”.

No obstante subrayó que es igual de importante que un artista esté preparado, ya sea si le toca “estar parado interpretando en una plaza” como si “un día sonara el teléfono y llama alguien de Hollywood”. “Pero yo no conozco una sola persona que pensara seriamente en ser una luminaria de Hollywood. Todos soñaban con ser artistas”, concluyó, para terminar improvisando con el tecladista Rolfi Gómez, sobre la canción “Everybody Hurts”, de R.E.M. entre aplausos de pie.

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